Opinión | Textamentos

De Merkel a Milei

Milei con Abascal.

Milei con Abascal. / EL PERIÓDICO

Esta semana empezó marcada por la crisis diplomática entre los gobiernos de Argentina y España, después de que el presidente argentino, Javier Milei, calificara de corrupta, así, sin paliativos, a Begoña Gómez, la mujer del presidente español, a quien de paso calificó como «calaña». Milei era el invitado estrella de la convención organizada por Vox en el Palacio de Vistalegre de Madrid, y donde hubo líderes tan variopintos como la francesa Marine Le Pen o el anterior primer ministro polaco Morawieczki. Este último debió sentirse bastante solo en medio de admiradores de Putin.

Ya en los años treinta, para competir con la Internacional Comunista, se organizaron diversas cumbres fascistas aunque poco efectivas: cuando tu doctrina dice que tu país es superior y se merece todo, es difícil que pueda haber buena voluntad. El pez grande se come al chico y acepta que el más grande pueda comerte. Así, Milei es de un servilismo vergonzante con Trump, ante el que se puso a chillar de alegría, como una groupie, cuando lo conoció. En eso coincide con tantos hispanoamericanos acomplejados: serviles ante EEUU y tirando pullas a España.

Ante los insultos de Milei, el PP reaccionó con la típica hipocresía de la era Feijóo: está mal pero… Dicen que todo lo que viene antes del ‘pero’ no cuenta, y aquí de lo que se trata es de cargar contra Sánchez y para ello cualquier cosa vale.

Da un poco de grima y hasta miedo pensar que el PP, que en tiempos de Rajoy ponía como modelo a una señora moderada y aburrida como Merkel, pueda acabar jaleando al showman Milei, representante de una derecha agresiva que no pretende gobernar para todos, sino solo para sus fanáticos, como Jiménez Losantos, que está entusiasmado con él (quizás una pasión senil) aunque de momento lo que ha hecho es empeorar una situación económica ya desastrosa antes de su llegada (de ahí que le votaran muchos desesperados, sin pensar que siempre se puede ir a peor) y llevar a cabo un desmontaje de la asistencia pública que no es exagerado calificar de inhumano, pues hasta hay pacientes de cáncer a los que se les ha retirado la medicación por no poder pagarla. Y es que, llevado a la práctica el discurso de Milei, que afirma que la justicia social es injusta (algo parecido dijo Díaz Ayuso) y debe desaparecer, equivale a decir «que se mueran los pobres» (salvo los que lo apoyen, claro).