Opinión | Una casa a las afueras

Yolanda o las aguas fangosas

Yolanda Díaz.

Yolanda Díaz. / EL PERIÓDICO

No vayáis a creer que la serpiente venenosa es tal serpiente, no; la serpiente venenosa es una persona como tú y yo. Yolandina Sagvika ha hecho esta semana un descubrimiento al verse sin su peluquero amigo: que no es tan chic ni tan mona de cerca y además que, sin el fulgor cercano de Peter, se parece a una urraca exterminando a sus crías.

Yolandina esta semana ha albergado urracas forasteras en su verbo fácil de mercadillo y todo a un euro. Ella se aposenta sin más en la pantalla del televisor y escupe la inenarrable algarabía de su ignorancia con esa vocecilla de dependienta de mercería que te vende puntillas y vainicas para amordazarte mientras se merienda nada menos que a Israel.

Yolandina esconde su acostumbrado mal humor con besos mojados y sabor a percebe gallego. Es tan pegajosa como colérica sólo que no lo parece porque es de izquierdas. O eso dice ella. Lo que ignora es que su amigo de pinza, el PeterMan del congreso, le hace el mismo caso que a una concha rota; vamos que Sánchez la mira y como quien oye el silbido de una ocarina. Con tanto hablar de Gaza lleva días con la melena mal escardada, como esos campos rebeldes donde los agricultores trabajan en la escardadura y binazón de la patata.

Yolandina Sagvika ha encontrado su hit-parade en la tentativa de Hamás de echar a los judíos al mar, porque sabe que con ello excita a su Peter enamorado, pero en realidad es una ostentación de ignorancia de proporciones bíblicas.¡Señor mío! Pero ¿no eran estos los que venían en pos de la vida apacible y los hombres sanos y la paz del alma? Pues de sus bocas no salen más que hachazos. ¡Qué ganas del veranillo de San Martín!

La extraordinaria superabundancia de idioteces ya ni siquiera se disimula, sino que se cuece en la arena de la playa a base de sebo, alquitrán y resinas. La Yolandina roja y pimpante ha sacado del armario sus impúdicos bikinis para veranear en algún punto de Gaza y desde la sombrilla ir viendo caer al mar uno a uno a todos los judíos que quiere exterminar. En su infinita inmundicia pensará Petronia Yolanda que van a darle el Premio Nobel de la Paz. Cuánta razón tiene el sensato socialista Javier Lambán al sugerir que con este PSOE será imposible reparar la pared derruida.