La pandemia de la covid-19 ha reforzado mi convencimiento de que, hoy más que nunca, los extremeños dependemos de nosotros mismos para encarar el futuro con esperanza.

Esta crisis inesperada ha generado consecuencias excepcionales en todos los ámbitos: el económico, el social, el laboral y nos ha obligado a la sociedad en su conjunto y, particularmente, a las administraciones públicas a modificar nuestra hoja de ruta para adaptarnos al nuevo momento en el que vivimos.

Sin embargo, Extremadura no se ha apartado ni un milímetro del excepcional momento y de la buena posición de partida de la que gozaba antes de que el virus nos golpeara fuerte.

Hemos continuado trabajando para atraer iniciativas que generen empleo y riqueza, fortaleciendo el tejido empresarial y dotándolo de las herramientas necesarias para fijar la población al territorio, posibilitando que las personas puedan tener aquí su proyecto de vida. 

Aprovechar las potencialidades y las capacidades de nuestra región es la mejor herramienta para luchar contra las consecuencias de esta crisis y conseguir fortalecernos.

Extremadura es hoy una gran oportunidad para los extremeños y para los que aquí inviertan. La región dispone de los recursos naturales del siglo XXI: territorio, sol y agua, además de suelo industrial, vivienda a precios razonables, seguridad ciudadana y estabilidad política que la hacen tremendamente atractiva para las empresas.

Además, la pandemia de la covid-19 ha acelerado de forma clara tendencias como la digitalización, el teletrabajo y el comercio electrónico, procesos de transformación vinculados al cambio de comportamientos y costumbres que nos sitúan a todos en el mismo nivel de oportunidades gracias a deslocalización de la cadena de valor. A esto hay que añadir la extensión de la fibra óptica y la tecnología 5G en el conjunto del territorio extremeño, una excelente noticia que está provocando que muchas empresas quieran venir a instalarse en la región. 

Ahora, que se vuelven a repartir las cartas en el mundo, lo único que puede frenarnos somos nosotros mismos y estoy convencido de que eso no va a suceder.

Nunca en la Historia reciente, Extremadura ha tenido una oportunidad como la que ahora tiene para desempeñar un papel protagonista y en esta revolución industrial aparecemos en los primeros lugares, un mérito que ha de atribuirse a la sociedad.

Extremadura llegó a la revolución industrial 150 años tarde y, sin embargo, hoy llega a la nueva revolución tecnológica y energética, la revolución industrial del siglo XXI, antes que nadie y lo hace gracias a muchas generaciones de extremeños: empresarios, políticos, ciudadanos, que han trabajado sin descanso para hacerlo posible.

En el pasado Debate del Estado de la región anuncié que las inversiones en Extremadura para los próximos años ascenderán a 16.000 millones de euros, de los cuales 10.000 millones procederán de fondos públicos y más de 6.000 millones de capital privado.

Esta combinación público privada permitirá generar 20.000 empleos, muchos de ellos cualificados, que contribuirán tanto a retener como a atraer el talento a la comunidad.

Una gran parte de esa inversión y de esos empleos corresponden a proyectos relacionados con las energías renovables en la región.

La Agenda para la Reactivación Social y Económica impulsada por el Ejecutivo extremeño con los agentes económicos y sociales de la región, representa el instrumento clave sobre el que se sientan las bases del modelo de crecimiento, desarrollo y bienestar social para la reconstrucción de Extremadura, que toma como base los retos estratégicos, alineados con la Agenda 2030, para acelerar la economía y contribuir al desarrollo sostenible de la región.

La agenda permitirá proteger y cuidar el medio ambiente, para lo que el Ejecutivo extremeño aboga por la modificación del modelo de vida actual para combatir la contaminación porque el progreso no se puede hacer a costa de nuestro entorno.

En 2020 entraron en servicio 1.320,9 MW nuevos de potencia fotovoltaica en Extremadura. Se estima que esto conllevó una inversión de 800 millones de euros y la generación de entre 4.000 y 5.000 empleos directos a los que habría que añadir otros muchos empleos indirectos e inducidos derivados del incremento de la actividad, en sectores como el transporte o la hostelería.

En 2021 está previsto que entren en servicio otros 1.300 MW adicionales con una inversión aparejada de 780 millones de euros. Actualmente están en construcción plantas con una potencia de 1.865 MW.

En el horizonte 2030 de acuerdo con los objetivos planteados en el Plan Extremeño Integrado de Energía y clima se prevé para el conjunto de la década alcanzar una potencia de 11.060 MW adicionales de potencia en diversas tecnologías.

La puesta en marcha de estos proyectos empresariales en Extremadura, muchos de ellos vinculados a sectores que antes no existían serán los grandes generadores de mano de obra que permitirán un nuevo cambio de paradigma.

Hemos de ser conscientes de que el futuro se conquista en el presente con decisiones compartidas, públicas y privadas, porque para que a Extremadura le vaya bien, le tiene que ir bien a sus empresas

Estamos en las mejores condiciones para competir, por lo que tenemos todos, ciudadanos y gobernantes, la obligación de hacer lo que esté en nuestras manos para que la región vuele muy alto. 

Extremadura es, hoy más que nunca, dueña de su destino.