El diputado de la Chunta Aragonesista José Antonio Labordeta estaba ya muy caliente cuando subió a la tribuna del Congreso para criticar los problemas del AVE. En el debate sobre la guerra, sus colegas se habían perdido el respeto, insultándose con impunidad. A él le habían gritado: "¡Coge la mochila y vete!", en alusión a su programa televisivo de viajes. Y peor aún: pasaba ya de la medianoche del miércoles y llevaba "seis horas aguantando el discurso de Aznar". Cuando el abuelo --así le llaman cariñosamente sus compañeros de escaño-- subió a replicar al ministro de Fomento. Volvieron a increparle y ya perdió los nervios. Totalmente fuera de sí, recitó una letanía de tacos sin precedentes en la Cámara baja.

"¿No puede uno hablar aquí o qué? ¡Coño, a ver si no puede uno hablar aquí! ¡A la mierda, joder! Estoy hablando con el ministro y no con ustedes. Ustedes están habituados a hablar siempre porque aquí han controlado el poder toda la vida y ahora les fastidia que vengamos aquí a poder hablar las gentes que hemos estado torturados por la dictadura".

Conforme hablaba, más irritado se mostraba. Al principio, sus señorías del PP siguieron vociferando, pero acabaron en silencio ante la diatriba final lanzada en el tono más contundente que pudo: "Eso es lo que les jode ustedes, coño, y es verdad, joder. A la mierda!".

Acallados los bancos del partido del Gobierno, Labordeta siguió criticando el AVE. La irritación no le restó lucidez. Al contrario. Respondiendo a la táctica de Cascos de buscar culpables siempre fuera de su ministerio, le interpeló: "Pregunto, señor ministro, por qué no nos dice una fecha de verdad. Usted culpa a los socialistas. ¿Y a mí qué? Yo no tengo nada ver con los socialistas".