Una filial de la multinacional farmacéutica Bayer, Cutter Biological, continuó vendiendo en Argentina y varios países de Asia durante los años 80 un medicamento coagulante para la hemofilia a pesar de que conocía el alto riesgo de transmisión de sida que suponía su empleo. En 1982, los Centros de Control de Enfermedades de EEUU advirtieron de que existían firmes indicios de que el sida se transmitía a través de la sangre. Todos los países adoptaron medidas.