Orgullo del Gobierno comunista y pesadilla de ecologistas y desplazados, el dique más grande del mundo acabó ayer en la presa de las Tres Gargantas, el megalómano proyecto que entrará en funcionamiento en 2008.

Con 1,3 millones de campesinos expropiados y desplazados, cien obreros muertos en la épica construcción y la amenaza de 200.000 metros cúbicos de aguas residuales acumuladas en el embalse, el dique, dicen, acabará con las milenarias crecidas del Yangtsé.

Sus 2.309 metros de longitud y 185 de altura cerca de la presa de Xiling (provincia central de Hubei) desplazan al dique de Itaipu, en Brasil, como el mayor del mundo y la propaganda comunista lo compara con la Gran Muralla.

El proyecto de las Tres Gargantas ha pasado por cinco generaciones de líderes chinos. Aprobado por el Legislativo chino en 1992, las obras empezaron en 1993, bajo el mandato de Jiang Zemin, y será la cuarta generación de líderes comunistas, encabezada por Hu Jintao, la que lo inaugure si la Historia sigue su curso.

La finalización del dique ayer, tras verter la última masa de cemento de los 28 millones de metros cúbicos que lo componen, augura que el proyecto estará acabado un año antes de lo previsto, en 2008, con un poco de suerte para los Juegos Olímpicos.

La presa inviste al Gobierno chino de un logro histórico: controlar las periódicas crecidas del Yangtsé (el río más largo de China con 6.380 kilómetros, tercero del mundo tras el Amazonas y el Nilo), que durante milenios han asolado al país, y generar energía. En la actualidad, 12 de los 26 generadores de la presa están funcionando.