Contenta por haber sobrevivido a la catástrofe pero triste por la muerte de los 154 compañeros de pasaje, Beatriz Reyes Ojeda, una canaria de 41 años, revivió ayer con lágrimas en los ojos los interminables segundos previos al accidente de Barajas. "Como uso mucho este medio de transporte, noté que al despegar el avión no iba a tanta velocidad como en otras ocasiones. Pero no sé qué se siente cuando el aparato pierde potencia. Lo achaqué a un tema mío", relató, sin aclarar ninguna causa del siniestro, tras recibir el alta médica.

La mujer, que sufrió una fractura abierta en la pierna derecha y abandonó ayer el Hospital Infanta Sofía en silla de ruedas, dejó bien claro que los momentos previos al despegue fueron tranquilos y de total normalidad. En cualquier caso, aseguró que no tiene grabadas muchas imágenes del trágico momento del siniestro. "Cuando el avión tiró del ala, se ladeó y me dije: ´Uy, aquí pasa algo´. Fui consciente de que se trataba de un accidente cuando el estómago me subió y me bajó, y sentí un fuerte golpe. Oí gritos y me agarré con fuerza a mi asiento, el 5D de la zona de business. Yo no hice nada especial para sobrevivir", rememoró Beatriz, directora de zona de Caixa Galicia en Las Palmas.

Tras el impacto del avión, la joven se hizo un torniquete en la pierna y auxilió a dos menores que resultaron heridos. Pero Beatriz le restó importancia a esta acción, que le ha dado fama de heroína. "Creo que todo ser humano que puede ayudar, ayuda. Me limité a apartar los sillones para que ellos no estuvieran aprisionados", comentó. Uno de los dos niños rescatados podría ser Roberto Alvarez Carretero, el menor de 6 años que el lunes recibió la primera alta hospitalaria. "Creo que sí que es, pero yo solo recuerdo su carita morena y su camiseta roja", apuntó.

El accidente será una "anécdota más" de su vida, aunque "será difícil de olvidar". De todas formas, aseguró que esto no le va a causar miedo a volar ya que hoy mismo cogerá un avión para volver a su casa, en Canarias.

VOLVER A NACER Emocionada y en algunos momentos al borde del llanto, Beatriz insistió en que tratará de pasar página de este negro capítulo. Sin embargo, es consciente del mal trago que tendrá que pasar hoy a su llegada al aeropuerto de Las Palmas y de lo sentimientos contradictorios, de inmensa alegría "por volver a nacer" y de inmensa tristeza por todo lo que ha pasado. "Están llegando los cuerpos a Canarias y yo llego caminando", lamentó.

"Me hubiera gustado que igual que salí yo, salieran los demás. Soy afortunada. El 20 de agosto, volví a nacer", subrayó la superviviente. De hecho, narró la anécdota de que en el Hospital Reina Sofía ha sido atendida en la planta de maternidad. No obstante, la ubicación obedece a que esta zona es la de menor ocupación en este centro hospitalario inaugurado el pasado febrero.

Beatriz, que venía de vacaciones y había hecho escala en Fráncfort, envió "un abrazo enorme a las familias" de los fallecidos y a los 17 heridos que quedan ingresados. "¡Ojalá algún día podamos sentarnos todos a tomar una cañita juntos!", deseó. También mostró su agradecimiento a quienes la atendieron en el hospital.