El personal de la sanidad pública madrileña no afloja en su duro pulso con el Gobierno autónomo, que ha aprobado la privatización de la gestión de seis hospitales y 27 centros de salud. Miles de trabajadores sanitarios, apoyados por otros tantos ciudadanos, volvieron a tomar ayer Madrid para intentar detener la medida del ejecutivo de Ignacio González. Fue la segunda marea blanca del año, una vez más encabezada por el lema La sanidad no se vende, se defiende .

La manifestación, que concluyó ante el Ministerio de Sanidad, puso fin a una semana en la que médicos, enfermeros y otros empleados sanitarios dejaron claro que van a seguir batallando contra la mayor privatización de la sanidad pública española. Uno: 322 directivos de centros de salud presentaron la dimisión, que harán efectiva en cuanto se inicien las privatizaciones. Dos: los sindicatos de médicos, médicos especialistas y enfermeros anunciaron nuevas jornadas de huelga, que todavía no tienen fecha. Y tres: la Confederación Estatal de Sindicatos de Médicos convocó a los facultativos de toda España a protestar en Madrid el 23 de febrero, cita que cabe interpretar como una extensión a todo el país de este conflicto.

Pero si la postura de los sanitarios es firme, no lo es menos la del Gobierno de Madrid. Tras la multitudinaria marea blanca, el consejero de Sanidad, Javier Fernández-Lasquetty, manifestó que las huelgas anunciadas son "extraordinariamente graves" y ±una absoluta irresponsabilidad". Además, el consejero insistió en que los motivos de las protestas de los sanitarios son "falsos" porque, dijo, la sanidad pública "no se vende" y la intención del Gobierno regional es precisamente garantizar una atención pública "de calidad".