El pederasta Joaquim Benítez espera en libertad la orden que le meterá definitivamente en prisión para comenzar a cumplir la condena de 21 años y 9 meses de cárcel que le impuso este lunes la Audiencia de Barcelona. Socialmente no ha resultado fácil de comprender que siga todavía en la calle un hombre ya condenado por delitos tan alarmantes como abusar sexualmente de cuatro menores. Cuatro alumnos del colegio de Sants-Les Corts, en Barcelona, a los que el que fuera su profesor de gimnasia acorraló en su despacho, cerrando la puerta por dentro, y a los que provocó secuelas todavía latentes que deberán ser indemnizadas por parte de la compañía aseguradora del colegio con 120.000 euros.

La fiscalía y los abogados de las cuatro víctimas ya han solicitado formalmente este martes que el ingreso en la cárcel se lleve a cabo sin más dilación. En una entrevista telefónica con este diario, el exprofesor de educación física asegura que, tarde lo que tarde en llegar la resolución que lo encierre en una celda, no piensa fugarse: «Doy mi palabra de que cumpliré con mi condena».

«Hace ocho años que me marché del colegio [en el 2011 dejó el centro después de confesar que había abusado de un alumno] y si hubiera querido escaparme ya lo habría hecho. Desde el 2016, tengo que firmar semanalmente en un juzgado y no he fallado nunca. He vivido una transformación interior completa. Si ahora me escapara, tendría dos problemas. El primero sería con la policía y el segundo, conmigo. Me convertiría en un esclavo», razona. Además, insiste: «Aunque quisiera, no tengo ninguna capacidad para fugarme. Pero no quiero hacerlo. Lo que quiero es pagar, y pagaré ante la justicia».

La sentencia de la Audiencia de Barcelona contra él es la más severa que ha caído sobre un docente en Cataluña por pederastia. «Es correcta, lógica, es lo que pedían las víctimas y es lo que esperaba», asegura el procesado.

Benítez, que tiene más de 60 años, cambió de residencia hace aproximadamente un año. Ahora vive en Girona y, según explica, sigue estando a cargo de su hermano, «que presenta una invalidez del 66%». «Mi mayor preocupación es quién se hará cargo de él cuando yo entre en prisión. Si no hubiera sido por mi hermano, habría solicitado yo ingresar en un centro penitenciario antes».

El pederasta, que abusó sexualmente de una cifra desconocida de alumnos durante 31 años aunque solo ha sido juzgado por los cuatro más recientes -el resto han prescrito-, se considera «preparado psicológicamente» para afrontar la privación de libertad. Y consciente de que la sentencia mantiene que existen «sospechas» pero no «certezas» sobre el encubrimiento de los Maristas, cree que la justicia no ha investigado debidamente cómo la orden religiosa ocultó su «debilidad». «Yo ya dije en el 2017 que los Maristas supieron que tenía este problema y hace un mes declaré lo mismo en la sala del juicio. Pero no han querido comprobarlo», lamenta.

las víctimas / Cuatro de sus víctimas consideran que existe riesgo de que pueda fugarse. Por esa razón, solicitaron ayer su ingreso en un centro penitenciario. Al igual que ha hecho la Fiscalía de Barcelona, los abogados de los exalumnos han instado al tribunal que lo juzgó a que convoque la comparecencia prevista en la ley para pedir el encarcelamiento. Los jueces deberán decidir y señalar el día de esta vista, a la que debe ir el procesado.