Marroquíes en Canarias: «Es muy frustrante no estar allí con nuestras familias para ayudar»

Ciudadanos marroquíes residentes en las islas relatan su angustia y el dolor que sienten por sus compatriotas tras el terremoto que sacudió el país alauí

Los marroquíes piden soluciones a Mohamed VI ante su ausencia

Los marroquíes piden soluciones a Mohamed VI ante su ausencia / AGENCIA ATLAS / FOTO: EP

R. Torres

A las 23.11 horas del pasado viernes conducía su vehículo por la calle cuando de repente tuvo la sensación de que se le habían pinchado las cuatro ruedas. «Sentí que el coche se hundía pero cuando me bajé vi que no eran los neumáticos y en ese momento un chico se acercó y me dijo que aquello era un terremoto; cuando vi todas las farolas de la calle moviéndose me di cuenta de que aquello era verdad», cuenta vía telefónica Omar Ait Yahia, un ciudadano marroquí residente en Fuerteventura desde hace 19 años. Está de vacaciones en su pueblo, Ourika, una localidad rural de la provincia de Al Haouz, a unos 30 kilómetros de Marrakech. Al sentir cómo había temblado la tierra rápidamente corrió a su casa y allí encontró a su pareja y sus hijos llorando. «Estaban asustados y mareados, casi no sabían ni dónde estaban», relata.

Omar es una de las casi 40.000 personas que forman la comunidad marroquí en Canarias y que en estos días viven con dolor y desde la distancia las imágenes que se suceden desde que el pasado viernes por la noche un terremoto de 6,8 grados de magnitud sacudiese parte del país, dejando ya 2.681 muertos y 2.501 personas heridas. Para ninguno de ellos es sencillo digerir cómo de repente la naturaleza ha golpeado a su patria y mucho menos aún descubrir que los familiares o amigos que todavía mantienen allí han podido verse afectados por el seísmo. Y buena parte de estos ciudadanos afincados en las islas revela la misma sensación: la «frustración» que sienten al encontrarse lejos de su tierra y no poder ayudar directamente a quienes han sido víctimas directas del terremoto. Eso sí, muchos se han puesto ya manos a la obra para de una forma u otra recaudar fondos que lleguen a las personas más necesitadas y para contribuir a la reconstrucción de las zonas dañadas.

La casa de Omar, ubicada en un primer piso, no sufrió daños. No así la vivienda de sus padres, que aunque no se vino abajo si sufrió graves desperfectos en su interior y ahora presenta grandes grietas en su estructura, lo que obliga a su madre a dormir en una habitación que escapó de la sacudida. Sus vecinos no corrieron con la misma suerte, pues muchas de las viviendas de Ourika se derrumbaron con el seísmo. «El pueblo tendrá una treintena de viviendas y muchas son de poca calidad», señala desde una aldea en la que buena parte de la población no puede volver a unas casas ya inexistentes, «aquí todo el mundo está asustado, temblando y viviendo en la calle, pero gracias a Dios la que gente del Rif y de Tánger está trayendo comida, agua y ropa, y esa solidaridad me alegra mucho».

Mustafa El Marassi, alias Orlando, junto a su familia en un viaje a Marrakech.

Mustafa El Marassi, alias Orlando, junto a su familia en un viaje a Marrakech.

Mustafa Aferdan, un marroquí residente en Santa Lucía de Tirajana, también está viviendo estos días «con mucha angustia» aunque un poco más aliviado desde que se ha recuperado en las zonas más devastadas la electricidad y las telecomunicaciones. Tiene a parte de su familia en Thichaua, una población cercana a Marrakech, a la que visitó hace apenas 15 días. Aunque no han perdido ninguna vivienda, su familia sí tiene que lamentar una pérdida tras el terremoto: el fallecimiento de una bebé de apenas tres meses, hija de uno de sus primos. «La casa de mi tío está en pie, pero la vivienda de al lado sí se derrumbó y cayó sobre el techo de la vivienda familiar, que se vino abajo y cogió a la niña debajo», cuenta Mustafa, afectado, «primo llevaba mucho tiempo intentando ser padre y cuando lo logró la vida le ha arrebatado a su bebé; el techo era de madera y apenas tenía resistencia», lamenta.

Este marroquí ya ha enviado dinero a su familia y a su país a través de una ONG para intentar colaborar. «Por delante a mi familia no le queda otra que aguantar, volver a levantarse y tirar para adelante», apunta, «verlo todo desde aquí es frustrante porque no puedes ayudar aunque me quedo tranquilo pudiendo colaborar económicamente, pero a mi me hubiese gustado estar allí ayudando con mis propias manos».

Muchos marroquíes en las islas inician una recaudación para ayudar a las víctimas del seísmo

Desde Maspalomas, Mustafa El Marassi, conocido como Orlando, espera al 25 de septiembre para volar a Casablanca, su ciudad de origen, una urbe en la que, aunque está alejada de Marrakech, también tembló la tierra. «Cuando sintieron el terremoto, mi familia salió a la calle hasta las 06.00 de la mañana, estaban asustados y dicen que había mucha gente gritando como locos», relata, «optaron por dormir fuera por miedo a que hubiese réplicas y que las casas se les viniesen encima». La casa de su familia no se vo afectada, pero en Casablanca sí se derrumbaron algunas viviendas y murieron tres personas. «Ha sido demasiado», cuenta un hombre que no se despega del canal de televisión marroquí, «es un golpe muy fuerte que nos tiene a todos impactados».

Bachier Ayad con una bandera de Marruecos en un viaje al país.

Bachier Ayad con una bandera de Marruecos en un viaje al país. / LP/DLP

Orlando, conocido empresario de los mercadillos de sur de la isla, destaca la solidaridad del pueblo canario, pues desde que el terremoto sacudiese Marruecos comenzó a recibir llamadas de decenas de personas preocupándose por la situación. Ahora, anunció, va a comenzar una recaudación para poder enviar dinero a su país. «Enviaremos dinero, un camión lleno de ropa y comida ahora no es viable porque tarda mucho tiempo en llegar», señala, «y la gente necesita el dinero ya porque muchos se han quedado sin nada y hay pueblos enteros destruidos».

La casualidad, o la suerte, hizo que Fátima Louraibi, presidenta de la Asociación de Mujeres Árabes y del Magreb, cancelase el martes un viaje a Marruecos que tenía programado para el miércoles, apenas dos días antes del terremoto. «Mi hijo de siete años cayó enfermo y decidí cancelar el vuelo», cuenta, «no iba a ir a la zona que ahora está afectada, pero nunca se sabe lo que hubiese podido pasar; ahora mi hijo me recuerda que gracias a que no fui a Marruecos, todo pasa por algo». Fátima es oriunda de Tánger, una zona que no está dañada, pero sí tiene amigos en Marrakech. «Cuando me enteré me llevé un susto muy grande, porque siempre escuchamos que estas catástrofes suceden lejos, pero cuando lo tienes en tu país y ves a la gente corriendo o durmiendo en la calle el malestar recorre tu cuerpo». Sus amigos están bien, pero sus viviendas sí han registrado daños y han tenido que dormir en la calle. «Se llevaron el susto del temblor y de tener que salir corriendo de sus casas, pero no les pasó nada, gracias a Dios», añade. Fátima, junto a un grupo de amigos, también va a iniciar una recaudación para ayudar a su país.

Bachir Ayad, por su parte, tiene el corazón en un puño, pues tiene amigos tanto en Marrakech como en Taroudant, dos de las zonas más afectadas por el terremoto. «Los de Marrakech están bien y no han tenido problemas con las viviendas, pero los de Taroudant han perdido sus viviendas o están en muy mal estado y llevan tres noches durmiendo en la calle en campamentos montados por España, Catar y Reino Unido; les da miedo volver, temen que la tierra vuelva a temblar», relata el presidente de la Asociación Atlas.

«Mi primo llevaba tiempo queriendo ser padre y un derrumbe se llevó a la bebé de tres meses»

La Comunidad canaria de origen marroquí. «Desde la distancia todo se hace muy complicado y frustra no poder hacer nada, pero me tranquiliza la solidaridad de los propios marroquíes que envían camiones con ayuda desde otras zonas del país, Marruecos es una gran nación».

En Turquía estaba Fátima Ahfain, propietaria del Bazar París de Las Palmas de Gran Canaria, cuando se enteró del seísmo. «Me enteré por un primo que sintió el terremoto en Agadir y sentí miedo de perder a mis familiares», cuenta. También tiene familiares en Marrakech pero nadie se ha visto afectado directamente, tan solo perdieron una vivienda y ahora están en casas de amigos. «Nos contaron que sintieron miedo, que vieron cómo los edificios caían encima de la gente y estaba impactados», añade, «es muy duro, pero la naturaleza llega de golpe y no podemos hacer nada».

En Fuerteventura, Hussein Ouahbi, presidente de la Federación de Asociaciones Islámicas de Canarias, ya ha hecho un llamamiento a toda la comunidad marroquí para colaborar con el país. «Ya lo hicimos con el terremoto de Alhucemas en 2004 y con el volcán de La Palma y la respuesta fue muy positiva», destaca. Hussein dice estar «atado» a la televisión para ver cómo avanza Marruecos. «He sentido mucho dolor, cuando veo las imágenes se me viene el mundo encima», resalta, «menos mal que Marruecos se lo está tomando en serio y la comunidad internacional ha respondido».

Fátima Louraibi, en el centro, junto a dos amigas en un reciente viaje a Marrakech.

Fátima Louraibi, en el centro, junto a dos amigas en un reciente viaje a Marrakech.

Lo mismo hará Mohamed Bashiri, residente en Maspalomas, pues ya ha contactado con miembros de la comunidad para enviar ayuda a su país a través de una ONG. «Allá tengo hermanas y sobrinos, sintieron el terremoto y están muy tristes, aunque están bien», señala, «pero esto no ha sido culpa del hombre, sino la fuerza de la naturaleza». Mohamed ha agradecido la reacción de sus amigos canarios que se han preocupado por él y su país y destaca la reacción de España al ser el primer país en enviar ayuda humanitaria.

A 400 kilómetros de Marrakech, en Sidi Ifni, Bucharra Sandy, también residente en Gran Canaria, sintió el terremoto y pensó que el suelo tembló por el paso de un tractor. «Vi a unos chavales corriendo y creía que el tractor venía tras ellos». «Tengo familia en Marrakech, no les ha pasado nada porque sus casas son de hierro y hormigón, no de barro», concluye.

Cruz Roja ha habilitado seis seis canales de captación para ayudar a las víctimas del terremoto de Marruecos. Así, ha puesto a disposición de la ciudadanía seis cuentas bancarias: en el banco Santander la cuesta es ES44 0049 0001 5321 1002 2225 y el bizum el 33512; en el BBVA la cuesta es ES92 0182 2370 4600 1002 2227 y el bizum el 33467; en Caixabank la cuenta es ES28 2100 0600 8502 0196 0066 y el bizum el 04057; en el banco Sabadell la cuenta es ES31 0081 5232 2800 0108 4716 y el bizum el 04048; en Bankinter la cuenta es ES75 0128 0010 9701 0012 1395 y el bizum el 00087 y en Banco Cooperativo la cuenta es ES86 0198 0500 8020 2205 3421 y el bizum el 02727. Además se puede donar dinero enviando un menaje con la palabra terremoto al 28092 y donar 1,20euros; al 38088 y dona 3,00 euros y al 38092 donay 6,00 euros. Por otro lado, el presidente del Ejecutivo regional, Fernando Clavijo, y el director general de Relaciones con África, Luis Padilla, recibieron ayer en la Presidencia del Gobierno de Canarias en Las Palmas de Gran Canaria a la cónsul de Marruecos, Fatiha El Kamouri, para interesarse por la situación ocasionada por el terremoto en su país y reiterarle que las Islas han puesto a disposición del gobierno alauí todos los medios materiales y humanos que fueran necesarios.El jefe del Ejecutivo también encabezó a las puertas de Presidencia un minuto de silencio por las víctimas del seísmo. Antonio Morales lo presidió en el Cabildo de Gran Canaria y Carolina Darias en el ayuntamiento capitalino.