Hace unas semanas hablaba con un viejo amigo sobre el inexorable paso del tiempo y de lo claro que se evidencia éste cuando observamos el crecimiento de nuestros hijos... Y añadí: «Fíjate en Leoncia, el mes de agosto cumple 20 años ya». A lo que me respondió : «¡No me digas ! ¿Ya lleva aquí 20 años? ¡Y tan lozana como siempre, no como nosotros!».

Bromas aparte, cada día que pasa me siento más orgulloso de haber hecho esta escultura. Podría contar decenas de anécdotas muy simpáticas que he contemplado sobre la forma de interactuar las personas con ella y de muchas más que me han contado. Una de las mejores es cuando escuché a una chica que hacía turismo decirle a una amiga por teléfono para quedar con ella, que estaba en «La Plaza de la Abuela». ¡Pobre san Juan!

Como ahora llevamos siempre encima el ‘teléfono-cámara fotográfica’ son muchísimas las fotos que he hecho al pasar por la plaza de San Juan y ver alguna interacción interesante de los ciudadanos con la escultura. Amigos míos me han enviado al respecto cientos de fotos. Con la escultura de ‘Leoncia’ me han sucedido principalmente dos cosas que no esperaba cuando la instalé en la plaza de San Juan: La aceptación, el cariño y la buena acogida de tantísima gente y sobre todo (y esto no me ha pasado nunca con ninguna obra mía) el haber perdido el sentimiento de pertenencia de mi obra.

Sé que tengo los derechos de autor y la propiedad intelectual de la escultura, pero no los siento. Ya no es mía, y no lo es desde hace mucho tiempo, pertenece a Cáceres, a la gente. k