Nació tres meses antes que John Wayne, cuando se inventaron los primeros helicópteros en Francia que apenas se levantaban medio metro del suelo y cuando a la humanidad todavía le faltaba un año para descubrir el plástico o para que un americano llamado Henry Ford fabricara el primer automóvil popular. El 18 de febrero de 1907 la capital cacereña vio nacer a Joaquina Valiente. Acaba de cumplir 108 años rodeada de su hijo Ramón (los dos mayores han fallecido), sus 16 nietos y sus 23 biznietos.

Su niñez y su juventud transcurrieron entre la casa de sus padres Cipriano y Rosa, en la Puerta de Mérida, y el Parador de Los Valiente , en la Ronda del Hospital, donde ayudaba a sus abuelos en la atención a los huéspedes. Hasta allí llegaba puntualmente la diligencia que servía el correo periódico entre Cáceres y Madrid.

Conoció a Enrique Contreras, un joven procedente de Arroyo de la Luz, cuando éste trabajaba con el corredor de comercio Germán Manzano. Enrique y Joaquina se hicieron novios en una época dulce en la que se celebraban fiestas de carnaval y bailes en el Círculo de Artesanos, donde se congregaba la juventud cacereña. Contrajeron matrimonio en Santa María el 26 de mayo de 1929, en ceremonia oficiada por el sacerdote Julián Rivas Contreras, primo de Enrique.

La pareja fijó su residencia en el número 16 de la calle Donoso Cortés, donde en 1930 nació su primer hijo, Fernando (+1991). Posteriormente se trasladaron al número 13 de la calle San José, compartiendo esta vivienda con los hermanos de ambos contrayentes, y donde nacieron en 1936 su hija Rosi (+2013) y en 1939 su hijo Ramón Contreras Valiente.

Enrique comenzó a trabajar en la sucursal cacereña del Banco de España, y colaboró también como contable en el comercio de Jacinto Gozalo de la calle Pintores, durante largos años, hasta su jubilación.

Joaquina ayudó a muchas familias durante los años de la contienda civil y posteriores, en los que existían las cartillas de racionamiento. Sufrió también con las misiones encomendadas a su marido, como el traslado de remesas de fondos a otras sucursales del Banco de España. Ella fue siempre una entusiasta de las más antiguas tradiciones de Cáceres, devota tanto de la Virgen de la Montaña, de Jesús Nazareno, de San Blas o San Antonio de Padua.

Una vez jubilado Enrique, el matrimonio viajó habitualmente hasta Lérida y Granada para visitar a sus hijos, hasta que por fin se trasladó y fijó su residencia en esta última ciudad.

Joaquina conserva muy vivos los recuerdos de su época juvenil, de su primera maestra Luisa Palomo, y ha sido una hábil cocinera preparando gustosos platos con los productos de Extremadura, incluso en Navidad tenía una especialidad, la sopa dulce, que competía aventajadamente con turrones y mazapanes.

Vive desde el año 2000 atendida por los Padres Redentorista en la Residencia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, de Granada, donde recibió en 2007 el cariño de sus todos sus familiares descendientes al cumplir sus cien años. Tampoco han querido faltar a los 108. Ella sigue dando gracias al Señor por las bendiciones que ha concedido a toda la familia.