Salem Mohamed ha cumplido 9 años, los mismos que lleva viviendo en los campos de refugiados de Tindouf. Sueña con ver España, con pasar unas vacaciones lejos del polvo, de la arena, de su vida bajo una tienda de lona en pleno erial del Sahara. Salka es más pequeña, tiene 7 años y nunca ha salido del desierto. Le hablan de parques, de casas, de piscinas, y ella espera verlas con sus propios ojos. Ambos forman parte del grupo de 70 niños asignados a la provincia cacereña para pasar el verano lejos de la precaria situación de su pueblo, pero hace una semana, y a pocos días de su llegada, aún faltaban 20 hogares de acogida. El llamamiento lanzado por la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui a través de este diario ha tenido eco: Salem, Salka y todos sus compañeros podrán hacer realidad su sueño.

Siete días han bastado para que los cacereños tomen conciencia y abran sus hogares a los niños del desierto. "Hemos tenido muchas llamadas y ahora mismo solo quedan cuatro chicos sin familia asignada, pero existen varias peticiones. Es cuestión de estudiar los ofrecimientos y acabar decidiendo en qué hogar pasan el verano", declaró ayer con alivio Antonio Hernández, presidente del colectivo en la capital cacereña y secretario provincial. En cualquier caso, la asociación no estaba dispuesta a dejar a ningún niño con las maletas hechas en el desierto --su llegada será inminente, a partir del día 30--, y ya estaba gestionando una solución similar a la del año anterior, cuando seis de ellos permanecieron una semana en un piso con monitores hasta que por fin encontraron un hogar.

El proyecto, llamado Vacaciones en Paz , permite que cada año miles de saharauis pasen julio y agosto con familias españolas. Pero sea por unas u otras causas, cada vez cuesta más encontrar hogares disponibles. Cáceres, por ejemplo, tuvo 121 niños asignados en el 2005, 102 en el 2006, y 70 este año, y aun así ha sido necesario hacer un llamamiento a pocos días de su llegada. "Por eso vamos a comenzar a plantearnos alguna alternativa de cara a otros veranos", señala el presidente local. Pese a todo, la asignación nunca es arbitraria: la asociación se preocupa de conocer a las familias que se ofrecen a recibir a cada niño.