Algunos industriales de la hostelería desean solicitar el cambio de licencia para organizar conciertos en sus bares. Están en su derecho. Lo que puede cuestionarse son las condiciones que el ayuntamiento y la Junta requieren. Porque es de suponer que serán precisas muchas condiciones, tales como aforo, salidas de emergencia, insonorización, seguridad, medidas sanitarias, control sanitario de la mercancía que se vende y consume, etcétera.

No se trata de ponerles las cosas difíciles para que desistan en su empeño ni para que sean una minoría quienes puedan ampararse en la ley. Se trata de organizar razonablemente esta actividad y hacer compatible el negocio con la seguridad de los asistentes y el descanso de los vecinos.

Porque el ayuntamiento no puede dar licencias aunque estén dentro de las normas y quedarse eximido de cualquier otra responsabilidad. También le incumbe lo que sucede en la calle y, como prueba de que lo sabe, suele publicar un bando de silencio. Pues bien, que vigile para que se cumpla. Lo que no puede admitirse es que consienta actividades ilegales deja en la indefensión a hosteleros y vecinos. Los centros de ocio solucionan una parte del problema pero no todo el problema.