Quizá no debería ser yo quien esto escribiera, ya que soy uno de los 20 artistas invitados por el colectivo Artistas y Obreros del Mundo a convertir esa vieja casa deshabitada del nº 1 de la calle Pizarro, sobre el Café bar La Habana, en La casa recreada . Ello implica algo así como ser juez y parte del asunto, pero, por otro lado, también he sido testigo excepcional y por ello puedo dejar constancia de lo que se ha hecho.

Surge la idea del colectivo Artistas y Obreros del Mundo, en concreto de Marce Solís, Elisa Blázquez y Angel Sotomayor, quienes "sacan la casa por la ventana", colgando muebles de las barandillas de los balcones, proporcionando a la fachada una sugerente dosis de cómico surrealismo que no pasa inadvertido para nadie, sobre todo vista durante la noche, cuando las ventanas se iluminan.

En la entrada nos recibe Siz, con un espontáneo dibujo realizado con aerosol; y dentro de la casa, enseguida nos topamos con el cuarto trabajado por los graffiteros Tocha y Jonatares, verdaderos artistas que nada tienen que ver, ni en el uso ni en los modos, con los típicos ineptos callejeros que guarrean con garabatos todas las superficies que se les ponen por delante.

Otro cuarto ha sido recreado por María Córdoba, que ha aprovechado los motivos decorativos de las baldosas del suelo para crear vestidos muy originales que cuelgan de las paredes; y Andrés Talavero, quien nos habla de pájaros que revolotean silenciosos, yertos pero animados, en las alturas de la habitación. Carlos Criado sorprende con un cuarto oscuro dedicado a la sensualidad de la sexualidad, mostrándonos tres fotografías de gran formato de insinuantes figuras femeninas vestidas. Sara Polo, Carlos Casares y Reyes Caballero nos invitan a entrar en un extraño cuarto donde visualizamos un video que nos cuenta un inquietante suceso acaecido en la casa.

Javier Remedios ha convertido la cocina en un gabinete (Das gabinet) que guarda uno de los pasajes más trágicos de la historia reciente: El holocausto judío en la Alemania nazi. Gracias a Alfredo Sánchez y Roberto Iglesias (Elian Proyet), el cuarto de baño es ahora un laboratorio fotográfico donde ha ocurrido un asesinato que al visitante le puede inspirar una novela negra cuyas pastas han sido ilustradas por un artista pop-art.

La cristalera es un muestrario fotográfico de los moradores de la casa de Valentín Batalla. El salón, espacio de Sotomayor y Ana Gallego, es una composición ecléctica e iconográfica, un gran desván imaginario donde se guardan los objetos más inimaginables de la casa. Otro cuarto, dedicado al agua y recreado por Emilio González, Felipe Pulido y quien suscribe, contiene tres sillones, una mesa y una lámpara de pie, fabricados con botellas de agua de plástico vacías, dos murales dedicados al mar y una instalación audio-visual titulada La sed .

Para hacer posible el proyecto, Artistas y Obreros del Mundo han puesto la idea y la gestión; La Habana, la casa; los artistas la imaginación, el trabajo y el dinero con el que adquirir materiales para realizarlas; y el Consorcio 2016 ha ayudado con 1.500 euros a pagar a la persona que la mantendrá abierta durante un mes. Hasta la fecha, la casa ha sido visitada por una media de 150 personas diarias. El esfuerzo realizado ha merecido la pena.