"El mundo de la droga ha experimentado un cambio importante: antes era marginal y ahora se encuentra en todas las capas sociales. El que la quiere sabe dónde buscarla", explica un policía cacereño con 18 años de trayectoria, muchos dedicados a combatir el narcotráfico.

Asegura que el drogadicto era tiempo atrás una persona marginal, enganchada a la heroína inyectada y fácilmente reconocible por su deterioro físico y por la necesidad de delinquir. Las nuevas generaciones la toman fumada con coca. "El suministro inyectado ha caído más de un 50% por temor a las muertes que se ha cobrado la heroína en vena, pero este método alternativo te atrapa igual", explica.

Ahora corren buenos tiempos para la cocaína. Se está infiltrando en todos los sectores y va acompañada de cierto alarde de poder adquisitivo. "Su aumento ha sido generalizado pero más difícil de detectar por el tipo de consumidor, que en principio no delinque ni está degradado". Comienza por comprarla los fines de semana "y al final le engancha como la heroína".

Los psicotrópicos, por su parte, no han penetrado tanto en Cáceres como en las grandes ciudades. "Hay consumidores, pero en general se les tiene recelo".