El negocio de la droga ha experimentado fuertes cambios en Cáceres desde la creación en 2006 de una brigada específica de estupefacientes en la Comisaría, y a raíz de las sucesivas incautaciones que se vienen realizando en los últimos años. Si hasta entonces el 90% de la distribución se centraba en ocho narcopisos de la calle Ródano (Aldea Moret), ahora esos puntos fuertes han desaparecido y la venta se realiza en distintos inmuebles de la ciudad, de norte a sur, pero a menor escala, y además los toxicómanos se organizan para viajar a otras poblaciones y comprar por su cuenta. Asimismo, la fuerte caída de la heroína ha restado marginalidad y delincuencia a estos puntos, pero el consumo de drogas consideradas más sociales se mantiene alto, especialmente cocaína y marihuana. Le siguen el hachís, el éxtasis, el cristal y alguna otra sustancia.

Así lo confirman los miembros de la Brigada de Estupefacientes, un grupo de profesionales del Cuerpo Nacional de Policía que han dado la vuelta al mercado de narcóticos y que han detallado por primera vez a EL PERIODICO cómo se encuentra la situación. "En cualquier caso, Cáceres tradicionalmente ha sido una ciudad tranquila en todos los sentidos", subraya el responsable, explicando que esta situación paradójicamente no siempre ayuda a combatir la droga: "Aquí nos conocemos todos y eso no nos beneficia, preferimos pasar inadvertidos. Además, la venta limitada también complica la localización de los traficantes y su captura con cantidades imputables. Pero indudablemente es mejor para todos", indica.

El fin de los narcopisos llegó con los continuos registros de los años 2007-2009. Desaparecieron los puntos clave de venta, los más peligrosos, muchos situados en el Bloque C, ya cerrado. También ha contribuido a ello el descenso del consumo de heroína, incluso los yonquis la prefieren mezclada con coca. Aquellos traficantes a mayor escala se marcharon a otras poblaciones. Algunos se quedaron para dedicarse preferentemente al hachís y, aunque menos, a la cocaína, una venta que entraña menor marginalidad para su entorno.

¿Y los toxicómanos? La caída de los narcopisos ha obligado a los heroinómanos (cada vez menos) a buscar el suministro por otras vías. "Se ponen de acuerdo para viajar a poblaciones cercanas donde compran cierta cantidad, generalmente Plasencia o Mérida, y luego vuelven, la reparten y a veces la venden a conocidos", detallan los expertos. Lo hacen en viviendas situadas en distintos puntos de la ciudad donde suelen estar de alquiler. Aunque no llegan a la dimensión de los narcopisos, el trapicheo también inquieta a los vecinos, "que deben denunciarlo. Siempre garantizamos el anonimato", aseguran.

MUCHA COCAINA Pero no solo está la heroína. La demanda de otras drogas hace imposible acabar con el tráfico de estupefacientes en Cáceres o en cualquier lugar. "La diferencia es que hoy consume coca desde una chaval de 20 años a un hombre de 55, de cualquier extracto social. No hay que ir a un narcopiso , se compra en el bar, en la calle, a través de un amigo...", indica el jefe de la brigada. Por ello, aunque en Cáceres existen ahora entre tres y cinco traficantes de cierto potencial, la distribución está dispersa en puntos de venta a menor escala. "La reparten entre pequeños distribuidores que se llevan de 20 a 50 gramos cada uno", detalla el experto.

De ahí que la brigada esté efectuando intervenciones de una punta a otra pasando por el centro y por el casco viejo, "donde hemos realizado más de una operación", precisa el responsable.

La cocaína, por ejemplo, está bastante asociada a la diversión del fin de semana, no entiende de edades, rentas o profesiones "y resulta fácil conseguirla en un bar, a través de un conocido...". Otras sustancias del tipo cristal, speed, éxtasis y también la coca se vinculan generalmente con ambientes o espectáculos del tipo tecno. Especial preocupación existe con el hachís y sobre todo con la marihuana, cuyo consumo se incrementa entre los más jóvenes y Cáceres no es una excepción. Resulta llamativamente fácil ver a chavales fumando estas sustancias en las cercanías de sus centros educativos o de los espacios de ocio y copas, "y todos sabemos que un consumo puede llevar a otro más fuerte...", recuerdan los especialistas.

El problema de la marihuana es complejo porque su distribución no depende de redes organizadas, ni mucho menos. Cualquiera puede sembrarla en una maceta de su casa, la venta de semillas se realiza en las tiendas sin ningún tipo de trabas, e internet está repleto de manuales de cultivo. "Las denominadas plantaciones interiores o in door son fáciles, y hay muchos que además de cultivar marihuana para consumo propio venden el resto a conocidos y se sacan un dinero. De ahí ese tráfico disperso, pequeño y difícil de frenar", explican los expertos. La Comisaría cacereña realiza sucesivas charlas en colegios e institutos para prevenir estos riesgos.