Como todos los jueves, la Hermandad de Donantes de Sangre de Cáceres ha convertido el hospital Nuestra Señora de la Montaña en el punto de colecta hasta donde acuden los donantes cacereños. "La verdad que es una ciudad solidaria", afirma Vanessa, auxiliar administrativa de la hermandad.

En los pasillos de la unidad de donación se forma una fila de hombres y mujeres que rellenan la documentación pertinente y aguardan su turno. Mientras, Manuel Vicente Collado, médico de medicina familiar comunitaria perteneciente al Banco de Sangre, explica que "no hacen falta grandes requisitos para convertirse en donante de sangre: gozar de buena salud, ser mayor de 18 años y menor de 65 y no tomar cierta medicación". Para la mayoría de los donantes no se trata de su primera vez y entran decididos a la sala de extracción."Solo los novatos se suelen marear", comenta una de las enfermeras.

Después de un pinchacito para extraer una bolsa con 450 centímetros cúbicos de sangre, los donantes son recompensados con un bocata y un refresco. Uno de los donantes, Juan Antonio Fernández, explica que "me convertí en donante porque lo considero justo". Mela Garlito está sentada a la izquierda, intenta recuperarse del pequeño desvanecimiento que ha sufrido, mientras se toma la lata de refresco cuenta que "me hice donante hace mucho. Lo decidí durante mi juventud de una manera muy altruista y supongo que como algo muy romántico".

Ellos son solo un ejemplo. En una jornada de extracción como la de hoy se suelen conseguir un mínimo de 40 bolsas, pero al final todas las donaciones son pocas.