Tras la muerte del cuarto novillo, Angelete daba una clamorosa vuelta al ruedo sin poder evitar lágrimas de pesar. La espada le había jugado una mala pasada al novillero cacereño, y lo que pudo ser un gran triunfo quedó en premio menor.

Se llamaba ese novillo Bandolero y sacó lo mejor de su encaste: ese tranco de más, ese ir más largo que sacan los buenos ejemplares de Núñez. Había sido celoso de salida y bravo en el caballo. El quite fue por chicuelinas, muy aplaudido cuando remató con una revolera suave. E inició el torero la faena sin obligar al novillo. Había que darle sitio, dejarle que se viniera y esa cuestión, esencial de planteamiento, la vio Angelete pronto y bien. Le adelantaba la muleta y el buen novillo se le venía con galope franco, a lo que correspondía el diestro alargando el brazo.

Hubo series con la diestra en redondo de buen remate en las que el acople fue palpable, lo mismo que cuando le tomó al natural y el novillo mostró su buena condición por este pitón. Lo malo de Angelete, y sin duda que le pesará, fue el mal uso de la espada, pues tuvo que hacer uso de ella cinco veces.

Antes había tenido un novillo de pocas fuerzas y entrega, que desarrolló sentido por el pitón izquierdo. La faena fue voluntariosa sin que levantara el vuelo, a pesar de lo cual hubo buenos muletazos con la diestra, lo mismo que los pases de pecho.

Oreja de Roberto Galán

Galán cortó una oreja al segundo. Era un burraco de noble embestida pero que blandeó en exceso. El torero supo que las series debían ser cortas y a media altura al principio, y así lo hizo. Después le pudo torear por ambas manos con acusada limpieza por lo templados que resultaron los muletazos. Fue la estocada un digno colofón. El quinto, de bonitas hechuras, no fue fácil porque resultó cambiante en cuanto a distancias. Primero pidió sitio y, sin embargo, fue poniéndose reservón a medida que transcurrió la faena. Tardeaba, pero una vez que se arrancaba lo hacía con franqueza e iba largo. La faena tuvo desigualdades pues a Roberto le costó cogerle el sitio, aunque hubo alguna tanda con la derecha ligada.

El Chiqui, que debutó con picadores, junto a su inexperiencia, también mostró virtudes. En especial que les deja la muleta puesta en la cara a los novillos. Hubo buen gusto en su trasteo al tercero y desigualdad en su labor ante el manso sexto.