La Madrila en bloque exige una cumbre para acabar con el ruido. Tras otro fin de semana de quejas por molestias, peleas y destrozos, vecinos y hosteleros coincidieron ayer en la necesidad de convocar la mesa de ruido con la que el ayuntamiento intentó, sin éxito, acercar posturas entre ambas partes al comienzo de esta legislatura.

Prueba de ello fue la única reunión que celebró y a la que se negó a acudir Cacereños Contra el Ruido que, posteriormente, se querelló contra los hosteleros en un proceso judicial aún en marcha. El equipo de gobierno desoyó ayer las protestas de los vecinos, hartos de soportar la misma situación durante años, sin hacer valoraciones al respecto.

A pesar ello, Miguel Salazar, presidente vecinal de la Madrila, avanzó ayer que va a solicitar al ayuntamiento que convoque la mesa y se mostró optimista en que pueda dar resultados. "Cacereños Contra el Ruido no se sentó porque había hosteleros. Para poder llegar a algún acuerdo los afectados también tendrían que estar", propuso.

DIALOGO La predisposición de los empresarios a buscar vías de acercamiento fue expresado por David Vivas, uno de los pocos que acudió al único encuentro que acabó en fracaso. "Por nuestra parte no hay ningún problema. Siempre hemos estado abiertos a dialogar", indicó el hostelero, que abogó por "un acercamiento" con los vecinos para "empezar a hablar con tranquilidad". Vivas añadió que "hay que olvidarse de juzgados y resolver las cosas hablando". En este sentido, dijo que "los políticos son los primeros interesados" en el entendimiento.

Sin embargo, para César Martín Clemente, presidente de la Asociación Empresarial Cacereña de Hostelería y Turismo (Aecahtur), apuntó que la mesa del ruido "nació muerta" y dijo que el problema de los ruidos "tiene una solución difícil". El hostelero lamentó que este conflicto haya influido en el desarrollo económico. "Cáceres es una ciudad que ha caído y será difícil de levantar", subrayó.