Impactado y convaleciente por la tragedia que le llevó a las puertas de la muerte, Lucio Romero, más conocido como Luchi y dueño del bar Leoncio, narra el accidente que tuvo en Sevilla el día 14 cuando el helicóptero en el que viajaba se estrelló y cayó al Guadalquivir. Un tripulante murió y él fue uno de los cuatro supervivientes. Hoy tiene la suerte de contarlo y lo hace para EL PERIODICO.

--¿Cómo recuerda el día que se produjo el accidente?

--Estábamos muy contentos porque mi cuñado, que vive en Sevilla, nos había invitado a mí y a mi amigo Mané a ver el partido Betis-Barcelona. Nos levantamos el domingo por la mañana temprano, nos fuimos con Quique, el piloto, a recoger a Sergio, el chico que falleció, y estábamos muy ilusionados...

--¿A qué hora subieron al helicóptero y qué pasó?

--Subimos a 10.30. Despegamos, cojimos altura, desde el aire vimos incluso una competición de parapente. De repente empezamos a perder altura, al principio pensé que sería una maniobra del piloto o algo de eso, pero seguimos perdiendo altura y de ahí para abajo. En el aire estuvimos de tres a cinco minutos, desde que salimos hasta que impactamos.

--Y caen al agua...

--Sí, sí, contra el agua. Lo único que recuerdo es ver bajar el aparato, ver que nos íbamos contra el agua. Ahí ya piensas que se ha ido todo al carajo. Y lo único que recuerdo después es verme en el sillón del helicóptero, que salió disparado, atado con todos los enganches.

--¿Qué pensó en ese momento?

--Era consciente de que me hundía, de que el helicóptero se estrellaba. Te prometo que pensaba: Me he metido una hostia de cojones en un helicóptero, estoy vivo, y me voy a morir ahogado . Estaba acojonado, pensaba en lo desgraciado que era porque había tenido suerte de estar vivo, pero me iba a morir ahogado porque estaba atado y no me podía soltar. No puedo calcular el tiempo de angustia que pasé, pero toda mi obsesión era soltarme, no sé si mordía las cuerdas... El caso es que subí a la superficie.

--¿Pero cómo salió?

--No lo sé, es un misterio. La empresa del helicóptero ha encontrado mi sillón debajo del agua con los anclajes puestos y dice que no saben cómo pude salir de allí. No sé si fueron las ganas de vivir o el instinto de supervivencia, pero tiré para arriba.

--¿Qué pasó entonces?

--El panorama era desolador. Me encontré a Mané por un lado, que estaba medio inconsciente, a mi cuñado por otro, que sangraba mucho por la cabeza...

--Y llegó el milagro...

--Fue una casualidad tremenda. Había dos señores, dueños de una barquita de pescadores, que llevaba cuatro años sin moverse. Habían concretado su venta y la semana antes estuvieron poniéndola a punto, preparando el motor... Ese domingo habían quedado con un comprador para cerrar el trato, pero no se presentó. Entonces decidieron probar la barca y, casualmente, fueron contracorriente por si el motor fallaba. El helicóptero cayó a 50 metros de ellos y nos salvaron.

--¿Cómo se encontraba?

--Lo único que podía era gritar, pedir socorro para que me sacaran porque físicamente me encontraba sin fuerzas. No hubiera podido aguantar medio minuto más. Lanzaron un remo, lo agarré a la axila y ellos tiraron de mí. El viaje hasta el puerto de Gelves fue fatal, yo pensaba que no llegaba, iba congelado. Me miraba la pierna, me veía la tibia entera abierta, y venga a escupir sangre...

--¿Qué dolencias padece?

--He sido un hombre codo porque he tenido el hombro en el codo nueve días. Tengo el brazo roto por cuatro sitios, tengo metidos seis tornillos y tres placas, tengo 50 puntos a la altura de la tibia, me dieron 57 puntos en la cara, tengo roto el tabique nasal, fracturado el pómulo izquierdo... Me cuesta mucho respirar y temo por la espalda.

--Un tripulante murió...

--He llorado mucho por él, por la mala suerte de que nos va a faltar Sergio. Quisiera destacar la pericia de Quique, el piloto, que lleva siete años de comandante y que nos transmitió una gran tranquildiad. También quiero agradecer a toda la gente que se ha volcado conmigo (he recibido cartas estando en la UCI), a los que nos salvaron, a mi familia y a Raquel Rosco, mi chiquita, mi novia, por la lata que le estoy dando.

--¿Montaría de nuevo en un helicóptero?

--No volveré.