La vida de María Asunción Silos y el palacio de Paredes Saavedra, situado en la calle Ancha, son un misma cosa. Se trasladó con sus padres a los seis años y nunca ha dejado de habitarlo. Pronto cumplirá 75 años y, a pesar de su soltería, prefiere la soledad de este edificio de finales del siglo XV.

"Aquí están todos mis recuerdos. No me iría a un piso en el centro de la ciudad por nada del mundo", asegura, mientras conversa en una de las 20 estancias con las que cuenta esta casa de dos plantas desde la que se divisa la torre del Parador, situado justo enfrente. "Los propietarios de palacios tendemos a desaparecer. No hay quien soporte los gastos de mantenimiento", resume cuando es preguntada por las ayudas que reciben de las instituciones.

Mientras habla, un fontanero está arreglando las tuberías del desván, cada año hay que recorrer el tejado y no faltan, como mínimo, dos empleadas de servicio para tener toda la casa a punto. Asegura no sentir miedo viviendo en tanto espacio y dice que nunca ha sufrido robos, aunque critica la falta de limpieza en la zona: "En esta calle riegan muy poco", afirma. La suciedad que provocan las palomas en sus ventanas y la falta de aparcamientos son otras de las desventajas que supone vivir en un palacio de la parte antigua. A pesar de ello, María Asunción Silos apuesta por seguir una estela familiar de siglos, aunque asegura que desconoce todavía quién de los más cercanos tomará el testigo.