Julia Robledo, vecina del número 14 de la calle Martín Cerezo, no olvidará los últimos ocho años. A pesar de haber pagado un piso con cochera individual, aún no ha podido utilizarla. Aún le parece mentira que por fin hayan acabado las obras en las traseras del edificio, en la calle Padre Bayle, que le permitirán entrar y salir con su vehículo de los aparcamientos como una ciudadana más. "Había una curva tremenda y antes era imposible entrar con un coche, a no ser que fuera pequeño y no para hacerlo todos los días", explica esta vecina, que se cansó de reclamar una solución por su cuenta al ayuntamiento, recurriendo incluso a un abogado a través de la comunidad de vecinos.

Robledo recuerda cómo cada día "se ha hartado de buscar aparcamiento" por la zona de la plaza de toros y se queja de que no se haya intervenido hasta ahora a pesar de que la obra no presentaba dificultad alguna. Asegura que en el ayuntamiento llegaron a proponerle que corriera con los gastos y pintara una línea amarilla de prohibido aparcar. Dice también que el consistorio es responsable por autorizar el proyecto de un edificio con plazas de garaje pero sin un acceso. Tras sufrir un accidente de tráfico, tuvo problemas de espalda y ni siquiera podía subir las bolsas de la compra por el garaje. Ahora por fin podrá hacerlo.