Los ciudadanos perciben que la inseguridad va en aumento. Los políticos también lo han detectado, pero a través de encuestas. Como los políticos conocen la importancia de este tema en las votaciones, han entrado en una subasta para ofrecer el mayor número de policías posibles. De manera que no pretenden impedir la violencia, ni atajar sus causas. se conforman con encarcelar y multar a los violentos. ¿Para qué queremos las cárceles llenas? ¿Acaso son una solución? El hecho de que los presos aumenten revela el fracaso de la sociedad. Su incapacidad para resolver problemas que la aquejan de una manera menos traumática y más civilizada.

Ante una situación conflictiva podemos optar por dos clases de medidas. Las policiales y las pedagógicas. Las primeras se basan en el temor y el castigo. Las segundas en el diálogo. La misión de un policía no es dialogar sino amenazar. La de un educador no es sancionar sino convencer. El primero se basa en el temor a la sanción. El segundo en el poder de la palabra y el valor del razonamiento. Si la sociedad opta por educar necesitará más educadores, no más policías. Quizás la solución a los accidentes de tráfico no consista preferentemente en quitar puntos y poner multas sino en cambiar el modelo de enseñanza en las autoescuelas. A lo mejor es más educativo poner al alumno en una situación conflictiva concreta y pedirle una respuesta que obligarle a conocer el significado del gálibo. Nadie duda de la importancia de asignaturas como las Matemáticas, la Filosofía o la Educación Vial, pero ninguna de ellas tiene significado ni sentido si antes no sabemos lo que son los valores y sabemos elegirlos. Comencemos por enseñar Etica.