Pilar Beatriz tenía prisas por nacer, tantas que a sus padres apenas les dio tiempo a avisar a los servicios sanitarios y ya había venido al mundo, en pleno pasillo de la casa y con el padre haciendo las veces de improvisada matrona. Este nacimiento apresurado ocurrió en la madrugada del miércoles al jueves en una casa de Valencia de Alcántara.

Los padres de la criatura, Ana Isabel Mayoral, administrativa de Caja Extremadura, y Juan Pedro Martín, profesor del instituto Gustavo Valverde, casi no se creen lo ocurrido ni cómo al final todo pudo salir tan bien. "Fueron cuatro contracciones y a la quinta, nació", explicaba la madre ayer tras recibir el alta del hospital San Pedro de Alcántara al que fue trasladada tras el feliz pero precipitado alumbramiento. Le faltaban tres semanas para salir de cuentas.

En cinco minutos

Fue todo tan deprisa que apenas consigue recordar todos los detalles. "Le decía a mi marido: corre, corre, que nace, que nace". Y el marido corría. A por toallas, a por el albornoz... "Fue cuestión de cinco o seis minutos. Se levantó del sofá para ir a la cama y en el trayecto, en medio del pasillo me dijo que corriera. Puse unas toallas y cayó solita. Mi mujer me dijo: busca algo para el cordón. Y le pusimos una pinza de la ropa después de cortárselo con las manos", explica aún emocionado el padre y comadrón .

Ante la falta de ayuda extra, "o atendía a la madre o atendía a la niña", relata el padre, tuvieron que despertar al hijo mayor de la pareja, Roberto, de 6 años, --tienen otro, Rogelio, de dos años-- para que cuidara a su hermana recién nacida mientras que el padre ayudaba a la madre. "Pasé miedo --confiesa el padre que se recupera de la hermosa pero difícil experiencia--, se veía tanta sangre y eran momentos de tanta tensión que gracias a Dios que salió sola, porque no hubiera podido tirar de ella".

Cuando llegaron el médico y la ats del centro de salud, "que no es que tardaran, es que fue imposible que les diera tiempo", aclara Juan Pedro Martín, Pilar Beatriz había nacido en vez de entre algodones entre toallas de baño. Hasta a la madre se le ocurrió inmortalizar el momento con la cámara de vídeo, pero como no estaba previsto que el acontecimiento ocurriera tan pronto, el aparato no tenía puesta la batería.

Pilar Beatriz y su madre fueron trasladadas por el 112 a Cáceres. Allí pesaron a la niña (2,550 kilogramos) y comprobaron que, exceptuando el defecto de su impaciencia, era como todas, sonrosada y llorona.