Un año después de que tuvieran que ir a una subasta judicial para salvar sus casas embargadas, las 22 familias afectadas por la promoción que el constructor Antonio Población no acabó en Montesol empezarán a recibir las primeras viviendas la próxima semana.

La promotora Prinsa, que les apoyó con una cooperativa mediante la que pudieron hacerse con el préstamo de 1,5 millones de euros que el Banco Pastor concedió al constructor, ya tiene listas las cuatro unifamiliares de la primera fase. Hasta el próximo mes de mayo están previstas otras cuatro para la entrega del resto en el nuevo residencial de la Mejostilla.

Acabará así, tras más de tres años de retraso, la pesadilla de esta veintena de familias que han tenido que aportar cada una una media de 60.000 euros para que se pudieran acabar las obras y 86.000 de los derechos, intereses y gastos del crédito. En el olvido quedan ya los 48.000 que entregaron al principio. En total, tendrán que pagar más de 200.000 euros por cada casa, 62.000 más de los 138.000 iniciales de estas viviendas de protección oficial a precio concertado.

Una vía de solución

"Al principio lo vi muy difícil", recordaba ayer José Luis Martín Galindo, uno de los afectados que ha dado la cara por el resto de los compradores, que será de los primeros en trasladarse con su mujer y su hijo de 15 años a la nueva vivienda. "Ningún banco iba a concedernos un crédito de 1,5 millones en las condiciones en las que estábamos las familias", añade este funcionario de 56 años, que trabaja en la biblioteca pública.

Pero la intermediación del promotor Raúl Salgado, responsable de Prinsa, fue clave para que la operación pudiera llevarse a cabo. "Sin él no lo hubierámos conseguido", asegura Martín Galindo, que destaca cómo avaló el préstamo con un bloque de viviendas para convencer a los ejecutivos del banco.

Cuando las obras se pararon al año y medio de comenzar, recuerda, se habían podido realizar la estructura y la tabiquería. Ahora ya podrán estrenar las unifamiliares de 90 metros cuadrados, con garaje y patio. Atrás quedan, dijo ayer Salgado, historias de dificultades como la de Javier y Fátima, ambos feriantes, que han tenido que vivir durante el tiempo que han durado las obras en una caravana en Charca Musia.

El promotor, satisfecho con las gestiones que han servido para lograr que las familias tengan sus casas, entregará en el ayuntamiento la documentación que resta la próxima semana para que se pueda llevar a cabo la entrega de llaves. Aunque el portavoz de los vecinos dijo ayer que no tiene la intención de celebrarlo, atrás quedará la preocupación por resolver una situación que parecía un callejón sin salida. Solo por eso habrá merecido la pena luchar. Por abrir una puerta hacia el futuro.