La campaña se gestó en 1993 en Aldea Moret con la intención de ayudar a un niño peruano llamado Martín Eloy. La iniciativa funcionó, ganó fuerza y actualmente ofrece sustento y formación a 40 escolares de Chincha Alta (distrito de 49.740 habitantes en la costa del Pacífico), que de otro modo no podrían salir de los suburbios en los que viven. Un proyecto creado por la parroquia de San Eugenio y el colegio Gabriel y Galán, ambos en el barrio de Aldea Moret, ha logrado que decenas de chavales peruanos lleguen a la universidad o encuentren un futuro más halagüeño con sus trabajos, gracias a la aportación que año tras año realizan los vecinos de este barrio. La idea es tan fructífera que también la respaldan el colegio Diocesano y la parroquia de Fátima.

"Un día escuchamos una cifra desoladora: 250 millones de niños carecen de escolarización en el Tercer Mundo. Puesto que era imposible ayudar a todos, nos planteamos comenzar por algo y conocimos la situación de Chincha Alta. Empezamos con un niño y cada año hemos aumentado el número", explica Miguel Angel González, párroco de Aldea Moret y coordinador del proyecto junto con Jesús Luis Viñas, también sacerdote del barrio.

El apoyo a cada escolar cuesta 300 euros al año aportados íntegramente por los vecinos de Aldea Moret (este curso mantienen a 22), por los padres del colegio Diocesano (13) y por los parroquianos de Fátima (7). "La formación es la principal vía para que estos niños puedan romper con su situación, pero la población se encuentra muy dispersa y las escuelas de la periferia tienen una calidad deficiente, mala atención, falta de material y a veces ni siquiera hay mesas. Por tanto muchos no acaban la Primaria. Nuestra ayuda les permite trasladarse a un colegio del centro donde existen garantías de formarse en condiciones", señala Miguel Angel González.

Estos colegios tienen una pequeña parte concertada, pero subsisten con aportaciones de los propios alumnos. Los niños becados desde Cáceres acuden a la Escuela Parroquial San José y los 300 euros permiten abonar sus mensualidades, parte del material escolar e incluso clases de apoyo los sábados si lo necesitan. A través del proyecto también se forma a sus padres con cursos de habilidades (cocina, zapatería, artesanía...) para que puedan encauzar su situación económica, atender mejor a los hijos y evitar que tengan que trabajar en lugar de ir al colegio. Pero además, la parroquia peruana está involucrada y cubre un tercer frente: la demanda de alimento y ropa de estas familias.

Los niños también realizan un esfuerzo: todas las mañanas acuden caminando desde los suburbios a la escuela y allí estudian de 6.45 de la mañana a 13.30. Pero merece la pena, porque la red de ayuda lleva años surtiendo efecto: "Unos han llegado a la universidad, como Marilyn Caraza, que ahora es profesora de Educación Física y colabora con el proyecto en Perú. Otros ya trabajan y su experiencia es positiva. En total se han beneficiado unos 60 niños", explica el párroco.

El dinero se obtiene mediante la campaña Mayo con Perú , un

mes en el que las aportacionesde los feligreses, las comunionesy otros donativos se destinan aesta causa. Además, las mujeresde Aldea Moret realizan trabajostodo el año (ropa, menaje...) paraobtener más fondos. Tambiénhay familias que apadrinan a unniño y abonan su parte íntegra,pero sin establecer diferenciascon los demás. “Cada año vaciamosla hucha, es decir, becamosa todos los que podemos... Y al siguienteDios dirá. Pero desde elinicio no hemos parado de crecery ya estamos en 40 niños”, indicailusionado el sacerdote.