Ricardo Muñoz empezó su oficio desde abajo, o sea, de aprendiz. Nada de escuelas de hostelerías o restauración, ni títulos para colgar de las paredes. Aprendió a cocinar cocinando. El Parador de Aiguablava (Girona) fue su primera escuela. 38 años y otros muchos Paradores después, hoy demuestra todo lo aprendido en el Parador de Cáceres, del que es jefe de cocina desde hace 17 años. Desde el lunes viste además la chaqueta de honor de la Asociación de Cocineros y Reposteros de Extremadura, su máxima distinción.

--¿Qué significado tiene para usted este reconocimiento?

--Es un orgullo, porque es un premio de los profesionales, de los compañeros y amigos.

--Ha trabajado en la cocina de varios Paradores de España, pero parece haber echado raíces en Cáceres.

--Sí, llevo ya 17 años. Antes no conocía Cáceres, ni siquiera Extremadura, pero salió vacante la plaza y pedí el destino, y claro, me gustó. Uno de mis hijos ya es cacereño.

--¿Qué le cautivó o sorprendió de la gastronomía cacereña?

--Lo primero que me sorprendió fue el calor, al que me costó mucho adaptarme, pero de la cocina me sorprendió y cautivó el jamón, sin lugar a dudas.

--¿De pequeño ya le atraían los fogones?

--De siempre me ha gustado y en casa, cuando volvía del colegio, enredaba ayudando un poco. Así es que a los 14 años entré de aprendiz en Aiguablava y, de ahí, fui ascendiendo y formándome dentro de Paradores.

--¿Qué prefiere la cocina tradicional o la de vanguardia?

--Yo me quedo con la tradicional. Tenemos que conservar nuestra gastronomía, aunque la actualicemos. Pero lo importante es que el plato apetezca. Un plato es realmente bueno y espectacular cuando el cuerpo te pide más. Suele ocurrir que un plato es espectacular al verlo, pero al comerlo no dice nada.

--¿Admira a algún cocinero especialmente?

--Todos admiramos a los grandes y famosos, que han revolucionado la gastronomía.

--La cocina de autor vive un auténtico boom . ¿Hay demasiados imitadores?

--Hay muchos que tratan de imitar a los grandes, pero no todos podemos hacer lo que hacen ellos. Aún así, yo pienso que todos los cocineros somos importantes. El que trabaja en un hospital o una residencia realiza una labor tan meritoria como cualquier gran chef , solo que hace otro tipo de cocina.

--Muchos restaurantes, como es el caso del Parador de Cáceres, incluyen ya menús especiales para celíacos, diabéticos, vegetarianos... ¿Los cocineros se han convertido en dietistas?

--Cada vez comemos mejor, nos cuidamos más y hay más preocupación por atender a la carta a todos los clientes, por muy especiales que sean, y que no tengan dificultad para saber qué comer. Nosotros tenemos incluso carta de potitos y purés para niños.

--¿Cuál es la mayor satisfacción de un cocinero?

--Para mí, representar a Cáceres en acontecimientos de fuera. Ves cómo la gente te agradece lo que haces y es muy gratificante, como cuando servimos el aperitivo a lo Reyes en Cuacos de Yuste en junio. Fue un orgullo.

--¿Con qué plato celebraría la declaración de Cáceres como capital cultural europea?

--Con un solomillo ibérico a la Torta del Casar.