Acabamos nuestro recorrido por los principales retablos de Cáceres en el punto más elevado. Dominando la ciudad nos encontramos el Santuario de Nuestra Señora de la Montaña, declarada patrona de la villa en 1668. En el siglo XVIII se acuerda por parte de la Cofradía, concretamente un 25 de abril de 1724, la realización de un retablo. Este debió otorgarse entre los donantes y José de Churriguera. Es muy posible que trabajase en él Manuel de Larra y Churriguera, que en 1726 estaba en Cáceres al serle encargada la construcción del Arco de la Estrella, por el Conde de la Enjarada. "Porque en adelante no conste en libro, cuando ni como se hizo el retablo que hoy tiene la ermita; se previene le contestaron y mandaron hacerse en Salamanca con beneplácito del obispo D. Sancho Antonio de Velunza; los señores D. Juan de Carvajal y Sande, conde la Enjarada; D, Fernando de Aponte, Marqués de Torreorgaz y D. García Golfín del Iguila... Que con portes de su conducción costó dieciseismil reales ".

En este retablo ha cristalizado todo el churriguerismo con su fogosidad de estilo y variedad fecunda, donde las líneas arquitectónicas no existen, cubiertas por la exuberancia de los adornos. En el cuerpo inferior, que es el equivalente al banco de los retablos del Gótico y Renacimiento, se abren dos puertas de doble hoja que dan paso al camarín de la Virgen; estas tiene el mismo trazado y labor que las de Leganés.

En su segundo cuerpo, separado del anterior por una cornisa cortada por el manifestador, sobre las que se levantan cuatro columnas sostenidas por ménsulas talladas, salomónicas las centrales y dóricas las otras, pero cubiertos los fustes con profusión de hojas, entre uno y otro intercolumnio existen dos hornacinas coronadas por dos angelitos tenantes.

Entre las centrales se abre un arco de medio punto para la colocación de la imagen. En el tercer cuerpo, donde se encuentra la imagen de la Virgen coronada por las figuras en altorrelieve del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Termina en un magnífico escudo coronado con el anagrama del Ave María.

En cuanto al tallado de la Virgen de la Montaña, se ubica entre los años 1620 al 1626, y es a juicio de Orti Belmonte una talla elaborada en un taller probablemente sevillano y obra de un artista desconocido. Es de madera de nogal cubierta con una capa toda yesosa sobre la que va la pintura del estofado de oro. Es de cuerpo entero sobre peñas terminadas en prismas. El Niño Jesús está en su brazo izquierdo, el cual mira a la madre con amor y ella a los devotos.

Es la imagen de la Virgen que solía hacerse en el siglo XVI. Se buscaban los efectos de ternura y dulzura propios de las vírgenes sevillanas de Mesa y Montañés. El artista marcó con su buril y gubia la mas bella coronación de la Virgen.

El día 9 enero de 1996 se retiró de la hornacina para restaurarla en el camarín. Esta se llevó a cabo por Gracia Sánchez y Angeles Penis con gran acierto para satisfacción de todos lo cacereños, pues cada uno cree en esto o en lo otro pero hay algo en lo que creemos todos: en la Virgen de la Montaña.