El tribunal del jurado declara culpable a Juan Carlos Barra Quintanilla del asesinato de sus padres, Manuel Barra (73 años) y Consuelo Quintanilla (64 años). También le consideran autor de un delito de hurto, por robarle 5.600 euros a su padre tras el crimen. El veredicto se alcanzó por unanimidad de todos los miembros, un total de nueve (seis hombres y tres mujeres) tras día y medio de juicio y un día de deliberación.

Aseguran que los asesinó tal y como describían el Ministerio Fiscal y la acusación particular en su escrito de acusación. Barra salió de fiesta por la tarde a casa de unos vecinos, donde consumió cocaína y marihuana. Se marchó de allí a medianoche y estuvo en la Madrila. Sobre las 06.00 horas del 17 de marzo volvió a su casa de residencial Gredos, donde vivía con sus padres, y decidió acabar con la vida de sus progenitores.

Bajó al garaje y cogió la escopeta de caza de su padre de un armario. Tardó en montarla, ya que él no es aficionado a la caza. Subió a la primera planta de la vivienda (es una unifamiliar) y se dirigió primero al dormitorio de su padre. Estaba recostado en la cama leyendo y le encañonó en el abdomen, a una distancia de entre 20 y 30 centímetros (el cuerpo del padre fue hallado incluso con las gafas en la mano).

Acto seguido entró en la habitación de su madre. Ella estaba dormida y arropada. También le disparó a la misma distancia, pero en la cabeza. Falleció en el acto. Su siguiente cometido fue buscar el dinero de la recaudación de la empresa que guardaba su padre (tenía un negocio de plásticos en Fuente Rocha, que ahora gestionan dos de sus hijos). Mientras buscaba la llave de la caja fuerte en la habitación de su progenitor, observó que éste estaba agonizando, por lo que intentó primero asfixiarle con un cojín y acto seguido le apuñaló dos veces en el cuello para acabar definitivamente con su vida.

VOLVIO A LA MADRILA En ese momento no consiguió encontrar el dinero. Desistió y volvió a la Madrila, pero regresó pasadas unas horas. Decidió volver a cargar la escopeta y seguir buscando. Encontró la llave de la caja fuerte en una mesilla y el dinero en un armario de la habitación de su padre. Cogió 5.400 euros más otros 200 de una billetera de su progenitor. Lo dejó todo revuelto, la escopeta sobre un sofá del salón, en la planta de abajo, y el cuchillo en un aparador del pasillo que separa las habitaciones.

A ZAFRA Huyó en dirección a Zafra, donde primero estuvo en un club de alterne y luego se escondió en casa de otra persona. La policía estuvo tres días buscándole porque desde el principio fue el principal sospechoso del crimen, así que le pinchó el teléfono. Lo descubrieron cuando Juan Carlos llamó a su compañera sentimental y le confesó el asesinato. Fue detenido en La Lapa.

Volvió a confesar los hechos en el coche de camino a Cáceres a los policías que le detuvieron y al día siguiente en sede policial, durante la toma de declaración. Manifestó ser el autor del crimen una cuarta vez, pero ante la fiscalía y el juez, y por quinta vez, a los forenses que analizaron su estado mental. El juez decretó su ingreso en prisión provisional, donde se encuentra desde entonces. Pero a los seis meses de los hechos cambió su declaración y aseguró ser inocente y no acordarse de haber manifestado su culpabilidad porque iba drogado. Versión que ha mantenido durante la celebración del juicio oral.

Los policías que le detuvieron y los que realizaron los análisis científicos y fotográficos de la casa tras el asesinato manifestaron en la vista que tenían "la absoluta certeza" de que él era el autor del crimen. Se basaban en que en la toma de declaración ofreció detalles específicos que coincidían con lo hallado por los agentes tres días antes, como el estado en el que dejó la casa y cómo se encontraban los cuerpos de sus víctimas. "No es compatible que pudiera dar tantos detalles si no es porque ha participado en los hechos", aseguraron los agentes.

PRIMERA DECLARACION Para el tribunal del jurado también prevalece la primera declaración que hizo en sede policial y han considerado probadas las pruebas ofrecidas por la policía científica, como la localización de restos de pólvora en la camiseta y el jersey que llevaba puestos esa noche. También sus huellas encontradas en el armario donde estaba la escopeta y en la mesilla de noche de su padre (donde buscó el dinero). Creen también que tenía sus facultades mentales "levemente" afectadas por el consumo de cocaína pero que no existía un deterioro cognitivo absoluto.

La Fiscalía mantiene su petición de 38 años de cárcel (19 por cada asesinato) y una indemnización de 200.000 euros a cada hermano por daños morales (son cinco, pero una de ellas la ha rechazado). La acusación particular solicita la misma condena (antes pedía 40 años pero la ha rebajado porque se ha probado el consumo de drogas). La defensa pide la pena mínima, 30 años de prisión. Ninguna de las partes solicita condena por el delito de hurto.

"PERDIDA IRREMPLAZABLE" El abogado que ha defendido a los hermanos, José Galán, manifestó tras el veredicto que, aunque "están satisfechos con el resultado, la pérdida es irremplazable" y lamentaron que "ni siquiera al final haya pedido perdón por el crimen que cometió". Y es que en su turno de palabra, tras ser declarado culpable, Juan Carlos Barra aseguró que "no tengo nada que decir". El magistrado Pedro Cano Maíllo deberá ahora redactar una sentencia condenatoria en la que se conocerá cuál será la pena a cumplir.