Para una localidad de 7.000 habitantes, cabecera de una comarca relativamente rica como La Vera y con gran tradición futbolística, deambular en tierra de nadie por el grupo IV de Primera Regional puede suponer un rotundo fracaso. Pero si se tienen en cuenta las circunstancias deportivas y económicas que rodean actualmente al Club de Fútbol Jaraíz, esta miseria es una suerte por la que luchan un puñado de jugadores y tres directivos.

El conjunto pimentonero trata de acabar la temporada de la forma más digna posible. Tras descender la pasada campaña de Regional Preferente, en ésta no ha podido confirmar las expectativas que le situaban como el más firme aspirante al ascenso.

Muchas son las circunstancias que han condicionado la mala temporada del cuadro verato. En primer lugar, el plano económico: el club sobrevive prácticamente con los recursos que logran las tres únicas personas que forman la directiva. Además, apenas hay medio centenar de patrocinadores en la cartelería y tan solo 50 socios. Con escaso respaldo municipal --en estas dos últimas temporadas apenas han recibido 1.000 euros del ayuntamiento--, el esfuerzo para poder participar en la competición es desmesurado. Y eso que la plantilla no cobra, ni ahora ni cuando estaba en Preferente.

Poco apoyo de la afición A esto hay que sumar el escaso apoyo de la afición, que apenas llega al medio centenar de espectadores en los partidos más importantes, y los problemas en la plantilla. De los 21 jugadores que comenzaron la temporada o se han incorporado a lo largo de la misma, apenas quedan 15 o 16. Solo el convenio firmado con el ayuntamiento para crear un equipo juvenil ha permitido completar algunas convocatorias.

Pero si hay algo que refleja a la perfección el estado de salud del fútbol jaraiceño son sus instalaciones. El otrora campo de césped natural al que acudían equipos de Segunda B y Tercera a realizar sus pretemporadas, es ahora un duro e irregular terreno de tierra con matojos, con vallas oxidadas, con focos que se apagan intermitentemente, con vestuarios viejos y destartalados, y sin apenas mantenimiento.

Ante esta situación, con la nostalgia de tiempos pasados mejores y con la desesperación instalada en el seno de la directiva, estar ahí es ya una victoria. Otra cosa es lo que ocurra a partir de junio. Quien sabe si el balón rodará en Jaraíz la próxima temporada.