Como docente e investigador en un departamento de disciplina científica de la UB durante más de 40 años, he dirigido alrededor de 30 tesis doctorales y tres o cuatro veces más trabajos de fin de máster (TFM) o de las antiguas tesis de licenciatura (tesinas). Si esto lo extrapolamos a mis compañeros de departamento y de facultad, podemos hablar de miles de tesis y decenas de miles de TFM y tesinas. He participado en innumerables tribunales calificadores de tesis (en esta y otras universidades) y de las otras titulaciones. He sido coordinador de un máster siete cursos y nunca nadie me ha pedido que modifique, falsifique o altere ninguna nota o que facilite la consecución de un título y, hasta donde yo sé, esa es la norma en el ámbito en el que me he movido.

Sin contar con que los controles al respecto de mi universidad hacen imposible o muy complicado hacer trampas. Mis estudiantes y los de los otros profesores han dedicado muchísimas horas, incluyendo festivos y vacaciones, a formarse para lograr el título: en el caso de las tesis doctorales, rara vez menos de cuatro años a jornada completa. Los resultados de esos trabajos se publican durante y después del proceso de formación en revistas científicas de alto nivel. Además, en los trabajos normales uno de esos títulos te da la oportunidad de acceder a un puesto, pero no te garantiza nada. Una vez en el mundo laboral debes demostrar tu valía, y eso solo se consigue con una formación sólida. Creo de interés que se reflexione en qué ámbitos se han detectado las graves irregularidades que nos preocupan y quiénes se han aprovechado de las trampas.