Con motivo del «Itinerario Artístico Literario Alonso Zamora Vicente. 100 años de su nacimiento» reflexiono sobre los medios educativos y un profesor del Instituto de Enseñanza Secundaria San Isidro de Madrid, donde estudió Alonso Zamora con el testimonio de Camilo José Cela y Eladio de Juan.

Es fácil imaginar cómo fue la formación de Zamora Vicente en el San Isidro de Madrid. Desde la Plaza de la Cebada 10 Alonso tenía dos recorridos alternativos diarios, el primero por la calle Toledo arriba y el segundo por la Cava Alta doblando a la derecha. El centro fue sede de la Academia matemática fundada por Felipe II y del Colegio Imperial. El claustro y la capilla están descritos en El árbol de la ciencia del que fue alumno Pío Baroja. Tenía un herbario, gabinete de historia natural, gabinete de física y química, dotados con aparataje diverso. Rogelio José Sánchez García director del centro promueve la revista nacional Segunda Enseñanza (1924-1927) y los alumnos publican la Revista Instituto (1927-1928).

Alonso recibe clases de bachiller durante tres años y tras superar la reválida cursa tres del bachillerato universitario. En 1932 recibe el título de Bachiller y se matricula en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid, primero en la sede de San Bernardo y después en la inaugurada Ciudad Universitaria. En su Instituto que tanta historia conserva se formaron sus admirados escritores Miguel de Cervantes, Lope de Vega, Tirso de Molina, Mesonero Romanos, Antonio Machado, entre otros. En su museo se encuentra material que Alonso Zamora debió usar y conocer como son 6 cilindros fonográficos, mapas, globos terráqueos, un microscopio de principios del siglo XX, láminas de botánica y anatomía humana, diapositivas epidoscópicas de cristal y linternas mágicas de proyección. El centro tiene un cuadro de profesores muy preparados, que sufrirán la mayoría la depuración tras la guerra civil.

Camilo José Cela ha novelado y creo que ha falsificado la historia de haber coincidido en las clases con Alonso en el centro. Alonso recuerda haber conocido al Nobel en las clases de Pedro Salinas en la universidad.

Cela trae a escena a su pariente Enrique Barrigón González y en diálogo imaginario hace que Zamora pregunte por el cura de latín: [AZV]: «-Después vino el bachillerato en el instituto de San Isidro. ¿Te acuerdas de don Enrique Barrigón González, el cura de latín?» [CJC] «-¿No voy a acordarme? ¡Qué burro era!».

Enrique Barrigón González es el autor de Ejercicios de traducción latina (Cuesta, Valladolid, 1923). Aprovecha Cela para describir a un cura singular, de quien Zamora no debió guardar buen recuerdo. Cela no fue compañero de clase con Alonso porque estudió por enseñanza colegiada y se examinaba por libre, con un expediente en el que la nota más alta es un aprobado, en algunas materias en segunda convocatoria. En uno de los exámenes de latín Cela lo hizo francamente mal y optó al final de examen por darle recuerdos de su padre al examinador. Este cambió de opinión súbitamente sobre su ejercicio y lo aprobó. Barrigón era pariente lejano del futuro Nobel. En cierta ocasión ilusionado le llevé de obsequio a don Alonso una edición de ese libro, puso muy mala cara y no me aceptó el regalo.

Eladio de Juan me ha dado la clave sobre la personalidad de este singular sujeto en La generación silenciada (2010) de Ana de Juan: «Un sacerdote magistral en su cátedra, aunque pareciera más seglar que cura […]. Era un curita cañón y gozaba de nuestras simpatías, ya que le daba un aire a la sotana como Pepe Luis Vázquez a su capote». Eladio de Juan era dos años menor que Alonso Zamora Vicente, se alistó al cumplir 18 años en la brigada dirigida por El Campesino, en la que coincidió con Jesús Martínez Tessier, padre de los hermanos (Martínez) Reverte, Jorge y Javier, periodistas y escritores. Zamora Vicente fue soldado republicano y colaboró en la salvación de los cuadros del Prado muy cerca de Tomás Navarro Tomás, llamado a filas y destinado en una brigada dedicada a labores de intendencia.