Rafael Sánchez Ferlosio, el escritor más secreto e insobornable de las letras españolas, fue ayer distinguido con el Premio Cervantes, concedido por el Ministerio de Cultura. Fue la ministra Carmen Calvo quien, acompañada de los miembros del jurado, comunicó la decisión obtenida con una gran tranquilidad "por mayoría absoluta". El galardón, dotado con más de 90.000 euros, será entregado oficialmente el próximo 23 de abril, una festividad aún más especial si se tiene en cuenta la coincidencia con el aniversario del cuarto centenario de la primera publicación del Quijote.

Sanchez Ferlosio obtuvo el premio Extremadura por toda su trayectoria el pasado año. Entonces el presidente de la Junta, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, anunció que promovería su candidatura al Cervantes o al Príncipe de Asturias de las Letras. Con la región, el escritor mantiene una ligazón familiar (por parte de su madre), tiene casa en Coria y estudió en el colegio jesuita de Villafranca de los Barros.

Ferlosio es uno de los grandes bichos raros de la literatura española. Víctor García de la Concha y Fernando Savater, presidente y miembro del jurado, destacaron ayer la capacidad de francotirador del autor, al que calificaron de "espíritu libre".

Se da también la curiosa circunstancia de que uno de los 12 miembros del jurado es el extremeño Javier Cercas, autor de Soldados de Salamina , novela centrada en el fallido fusilamiento del escritor falangista Rafael Sánchez Mazas, padre de Ferlosio.

El escritor, nacido en Roma en 1927, logró pronto el reconocimiento literario junto a autores como Ignacio Aldecoa, Jesús Fernández Santos y Carmen Martín Gaite. Con esta escritora ya fallecida se casó en 1953.

RIQUEZA LEXICA A lo largo de más de una veintena de obras, Ferlosio, gran estudioso de la gramática, ha demostrado tener uno de los oídos más atentos al lenguaje y ser un pozo de sabiduría en cuanto a riqueza léxica. De 1951 es su novela mágica Industrias y andanzas de Alfanhui . Cuatro años más tarde obtuvo el por entonces emblemático Premio Nadal con El Jarama , novela imprescindible para comprender la renovación de la narrativa de posguerra. De esas veleidades narrativas juveniles llegó a renegar Ferlosio, que con los años abandonó la ficción (aunque en 1986 se descolgó con la novela El testimonio de Yarfoz ). Sumido en un prolongado silencio creativo, el autor regresó para dedicarse casi exclusivamente al ensayo en obras como Mientras no cambien los dioses nada ha cambiado , Campo de Marte , La homilía del ratón , Ensayos y artículos y El alma y la vergüenza (estos dos últimos libros recogen buena parte de su obra literaria). También ha demostrado su maestría en el campo de los aforismos, que él denomina pecios. Es el caso de Vendrán más años malos y nos harán más ciegos (1993), que obtuvo el Premio Nacional de Ensayo. El pasado año, publicó Non olet , ácida crítica a la sociedad de consumo.

"Nunca he tenido la experiencia de un hombre libre --declaró ayer--. No existen. No hay hombres libres en el sentido de sujeto autónomo que le daba, por ejemplo, Kant. El sujeto es el encuentro de multitud de autonomías". Agobiado, pero de buen humor, se declaró satisfecho con el premio, y matizó su rechazo a El Jarama . "No es que desdeñara el libro sino que prefiero que se lean sobre todo los ensayos".

"Escribo sobre algo si me interesa, si me quedo perplejo, si tengo el argumento --señaló--. Mis herramientas son un cuaderno y una pluma y, después, la máquina de escribir eléctrica. No uso ordenador, me gusta ver el papel. No me gustan los escritores profesionales; hacen cosas gratuitas".