La vida de la que fue soprano extremeña se exhibe en una exposición fotográfica en Villafranca de los Barros, donde nació y donde se dedica a la enseñanza musical

Toda una vida dedicada al bel canto. Nacida en 1945, desde muy niña, Coronada Herrera descubrió sus dotes artísticas a través de una voz espectacular que supo educar en la lírica y conquistar a amantes del canto de todo el mundo. Desde 1976 cantó profesionalmente en teatros de todo el mundo (el Real de Madrid, el Liceo de Barcelona o el City Opera de Nueva York) hasta que por motivos de salud tuvo que renunciar a su carrera. Actualmente invierte sus fuerzas en la formación de jóvenes que quieren seguir sus pasos en este mundo. Una exposición organizada con motivo del certamen de Jóvenes Intérpretes de Villafranca de los Barros, recuerda su trayectoria.

--¿Cómo recuerda sus inicios en el mundo de la música?

--Yo siempre tuve muchas ganas de cantar desde que estaba en Villafranca de niña. Cuando fui con la Agrupación Lírica de Villafranca al Concurso Nacional de Zarzuela de Torrelavega, siendo aún niña, nunca pensé que iba a ganar, porque había allí concursantes de todas partes de España. Y a partir de ahí, después fue en Madrid, en Barcelona, cantaba óperas por toda España, incluso Monserrat Caballé estaba celosa de mí...

--¿Qué actuaciones fueron más especiales a lo largo de su amplia trayectoria?

--Muchas, muchas, pero recuerdo especialmente cuando estuve en Alemania Oriental. Al terminar de cantar, el público se puso en pie aplaudiendo y me impresionó porque los alemanes nunca eran tan expresivos. También guardo buen recuerdo de las actuaciones en Boston y Dallas. Fue maravilloso y el director estaba entusiasmado, porque tenía que interpretar la 9 Sinfonía y tenía que comerme a los demás cantores de la orquesta, y vaya si me los comí, tenía una voz... Y de Nueva York también tengo muy buenos recuerdos.

--Su retirada de los escenarios fue a medias porque sigue cantando a través de sus alumnos

--Sí, es verdad. Tuve que retirarme por indicación médica. Los especialistas me dijeron que eligiera entre la vida o el canto. Y claro, a mí me interesaba mucho vivir. Pero empecé a trabajar en la enseñanza y tengo alumnos que cantan en distintas partes del mundo, llevan mi nombre por muchos escenarios y eso es precioso.

Recientemente recibió por su trayectoria la Medalla de Extremadura.

--Fue un momento muy emocionante, estoy muy agradecida. Cuando conocí la noticia me quedé de piedra, empecé a llorar emocionadita. Me acordé de muchas cosas y, de verdad, fui muy feliz.

--Dedicó el galardón a quienes le apoyaron desde su infancia.

--Sí, me acordé especialmente de mi abuelas, que lo fue todo, mi madre, mi padre...

También de Pepe Espinosa, amigo y amante de la música, de mi amiga del alma y que me ayudó mucho al inicio, Amparo Pinilla, también de Villafranca y, cómo no, de mi marido que me apoya en todo siempre.

--Y ahora es su pueblo el que se une para hacerle un homenaje.

--Fue maravilloso. Es demasiado para mí. Estoy muy emocionada. Yo he dado mucho en mi vida, he tenido mucho temperamento, me he comido el mundo, pero también quería tener siempre a Villafranca en la boca.