Nada, ni siquiera el eclipse de sol, restó protagonismo a Soraya. Y es que la joven tiene madera de artista: una gran voz, bella presencia y una simpatía arrolladora. A pesar de la agotadora jornada y de la presión que debe soportar con miles de personas jaleándola y gritando y las estrictas normas de la organización de OT, en ningún momento desdibujó su amplia sonrisa ni torció el gesto; al contrario, repartió besos a diestro y siniestro y ella misma animaba a sus fans para que siguieran cantando y bailando.

A la firma de discos y acto de apoyo para que sea finalista en la Academia de OT acudió un público variopinto e inclasificable: muchas jovencitas pero también abuelos, niños pequeños, hombres y mujeres de mediana edad, adolescentes ansiosos por estar cerca de ella. Todos ellos componían un mosaico heterogéneo unido por el calor y afecto que demostraron sin desmayo a Soraya. Pero entre todos destacaban sus paisanos de Valencia de Alcántara. A muchos los conocía y se notaba en el abrazo que les daba la concursante cuando se acercaban a la mesa donde firmaba discos. Incluso, se levantó para besar a un matrimonio de ancianos de Salorino, Sebastián y Lorenza, que apenas podían articular palabra de la emoción. "Nunca creí que podríamos besarla", decían. También se acercó a los alumnos de Aspace de Cáceres que habían comprado dos CD entre todos "con sus ahorros".