Más de un centenar de obras de Pablo Gargallo se exhiben en La Pedrera en una exposición que "revisita" su obra y le sitúa entre los grandes renovadores de la escultura del siglo XX.

Figura clave en la evolución de la escultura contemporánea, Pablo Gargallo se formó en el bullicio creativo de la Barcelona modernista y supo conjugar la experiencia artesanal con la formación académica.

El comisario de la exposición y máximo especialista español en su obra, Rafael Ordóñez Fernández, comentó ayer en la presentación que "los trabajos de repujado de metales llevaron a Gargallo a valorar el grado de proximidad de estos oficios con la escultura y a sopesar las posibilidades que le ofrecían diversos materiales poco valorados hasta entonces, como el hierro, el cobre o el plomo".

A su juicio, con esta opción "se abrían las puertas a la renovación del lenguaje escultórico del siglo XX".

El itinerario expositivo comienza con algunos de sus primeros dibujos, como Desnudo recostado (1900) y de sus esculturas clasicistas, entre ellas Leda (1903), así como su primera obra en chapa de cobre, Pequeña máscara con mechón (1907).