Si Luis Corbacho no hubiese entrevistado hace cuatro años a Jaime Bayly seguramente seguiría trabajando en una revista de tendencias de Buenos Aires y no habría publicado en América Latina y España su primera novela, Mi amado míster B (Editorial Egales). Pero Corbacho, de 28 años, acaba de debutar en la literatura con el relato de la relación amorosa que mantiene con el escritor y presentador peruano, de 41. "Como todo autor primerizo, escribí lo más interesante y significativo que me había pasado", justifica en plena promoción.

La crítica ya ha hablado de la novela. El veredicto es que bebe las aguas de las primeras obras de Bayly. "Jaime me la corrigió bastante, me ayudó mucho y, al final, llegamos a un consenso sobre cómo quedaría mejor escrita", reconoce Corbacho.

TUTELA DEL PREMIO PLANETA A pesar de la tutela ejercida por Bayly durante la redacción del texto, míster B --el neurótico alter ego del finalista del Premio Planeta-- no sale demasiado bien parado. "Algunas cosas están exageradas. Jaime tiene sus manías y la verdad es que me centré en lo malo. El me lo recrimina a veces, un poco en broma. Aunque tenemos nuestras peleas por eso". ¿Pero el autor de No se lo digas a nadie es un neurótico? "Supongo que al ser una persona con una vida tan estelar tiene más manías que el resto", dice.

En España, Bayly es conocido por su faceta de novelista, pero en América es, además, una estrella de televisión. "Sí, me atrae la gente con cierta repercusión en los medios. Debe de ser algo de la infancia. Me interesa saber cómo tienen ese poder para llegar a tanta gente. Me acerco a esas personas porque me atrae el mundo del espectáculo", cuenta.

La popularidad de Jaime Bayly ha reportado a su novio múltiples ofertas. Sobre todo en Perú. "Me negué a hacer promoción allí. En Perú viven las hijas de Jaime y su exmujer y no me pareció apropiado. Además, ¿para qué voy a hablar de mi libro en un programa de cotilleos si la gente que los ve no lee?", zanja.

CUESTION DE EDAD Para Corbacho, la diferencia de edad no es un problema. "Si las dos personas lo tienen claro no lo es. Empieza a serlo cuando el mayor está todo el tiempo diciéndole al joven que no haga esto o lo otro basándose en sus experiencias. El más chico tiene que vivir su vida y equivocarse", matiza.

¿Una pareja abierta ? "En teoría practicamos la fidelidad, pero cada uno tiene que hacer lo que quiera. No estoy de acuerdo con la idea de pareja posesiva, pero tampoco es que vayamos ligando por ahí", dice.