En su Mein Kampft (Mi lucha ), la Biblia del nazismo, Adolf Hitler escribió que no había habido nunca un arte judío. También despreció la contribución a las artes de los rusos, a los que calificaba de subhumanos. Pero en la intimidad de sus salones privados, el Führer escuchaba música compuesta por compositores rusos e intérpretes judíos.

Así lo ha revelado el hallazgo de un centenar de los discos para gramófono hallados en el piso del exinformador ruso Lev Besymenski. El espía, que ayudó a interrogar a los generales nazis capturados por los aliados, ha muerto este verano a los 86 años. En un documento donde explica cómo llegó a su poder la colección, Lev Besymenski escribe que se quedó atónito al descubrir que había discos de compositores rusos como Chaikovski, Borodin o Rachmaninov. Y desde luego, de Wagner, su músico favorito, ejemplo del origen ario que defendía en público fervientemente el Führer.

Tanto el documento como la colección de discos están ahora en manos del semanario alemán Der Spiegel . Besymenski encontró la colección en varias cajas, en la cancillería de Adolf Hitler en Berlín en mayo del año 1945, pero no informó de ello en vida por miedo a ser acusado de pillaje. James Kenaway, musicólogo especializado en el periodo nazi de la Universidad británica de Standford, declaró a The Times que no se sentía demasiado sorprendido por la selección realizada por Adolf Hitler, ya que la política musical nazi era bastante incoherente. Por ejemplo, subraya Kenaway, Stravinski era interpretado en las salas del Tercer Reich porque eran conocidas sus opiniones conservadoras.