José Luis de Vilallonga tiene días buenos y otros en los que le mata la espalda. Ayer era uno de los segundos. El marqués de Castellvell reposa sus 86 años de vida intensa, agitada y, sobre todo, tremendamente divertida en la localidad mallorquina de Sóller. Allí pasea por el jardín del hotel Ca´s Sant, charla con la propietaria, Lourdes, y se deshace del rencor acumulado con la edad a fuerza de olvido. "Con los años se perdona todo porque guardar rencor es muy cansado", explica este grande de España que dice que no volverá a escribir otro libro. "Ya no me divierte hacerlo".

El biógrafo del Rey ha dejado Barcelona para instalarse en Palma, pero mientras los obreros rematan las obras de la nueva residencia familiar descansa en Sóller. "¿Dónde podría ir si no? Mallorca es un lugar maravilloso", zanja el aristócrata. Vilallonga habla casi a a diario con Syliane, su exesposa con residencia en Mallorca, pero prefiere olvidarse de la otra, Begoña Aranguren. "Ella no es de mi familia, es una señora con la que estuve casado. Seguramente sea el mayor error que he cometido", dice.

NOSTALGIA Sobre el escritorio de la habitación del marqués en el Ca´s Sant reposa una fotografía dedicada por el Rey. Cuando se le pregunta por la imagen se pone nostálgico. "Pasamos tantas horas juntos para hacer el libro. Siempre le digo que lo escribí yo porque era yo el que tenía la pluma, pero en realidad es nuestro libro", asegura.

Tras el éxito de sus conversaciones con Juan Carlos le llegó un encargo envenenado. Carmen Cervera le pidió que escribiera la biografía del barón Thyssen. "Con Tita tuve una relación muy difícil. El barón era un encanto pero ella no es una mujer muy inteligente. Es lista, que no es lo mismo. Ha conseguido lo que quería: ser rica y famosa".

"Ella quería que escribiera la biografía del barón pero siendo ella el personaje principal. Desde el principio intentó que explicase la vida del barón como ella quería. Por eso dejé el encargo. Ahora es una mujer respetada en ciertos ámbitos, pero todas las personas que tienen dinero son respetadas en ciertos ámbitos", añade el escritor.

Pocas cosas añora Vilallonga en su retiro. Ni tan siquiera el sexo. "Es que la viagra ayuda mucho", suelta en plan verdad absoluta. Cuando nota que la afirmación puede ser tomada como ironía, apostilla muy serio: "Es verdad".