El célebre dramaturgo británico y eterno rebelde Harold Pinter (Londres, 10 de octubre de 1930), ganador del Premio Nobel de Literatura en 2005, murió el miércoles en Londres a la edad de 78 años tras perder una larga batalla contra el cáncer.

La voz de Pinter, uno de los escritores del Reino Unido más influyentes de la segunda mitad del siglo XX, se apagó el día de Nochebuena, según informó ayer su segunda esposa, la también escritora Antonia Fraser.

"El fue un grande", dijo Fraser en una breve declaración, al subrayar que supuso "un privilegio vivir con él durante 33 años" y que "nunca será olvidado".

La enfermedad ya impidió a Pinter --famoso también por su compromiso político de izquierdas y su pluma contestataria-- acudir este mes a recoger el título de doctor honoris causa en la Central School of Speech and Drama de la Universidad de Londres.

REINO UNIDO LLORA Tras conocerse el fallecimiento del polifacético artista, que se describía a sí mismo como "dramaturgo, director, actor, poeta y activista político", el mundo de la cultura británica lloró su pérdida, al tiempo que elogió su talento y méritos profesionales. "Fue una figura única en el teatro británico. Dominó la escena teatral desde los años 50 (de la pasada centuria)", afirmó Alan Yentob, director creativo de la BBC.

En opinión de Tim Walker, crítico de Sunday Telegraph , Pinter "aportó realismo" al arte escénico con obras "con prolongados silencios, en las que los personajes no siempre iban a algún sitio, como en la propia vida real".

Por su parte, el amigo y biógrafo del fallecido, Michael Billington, se declaró "devastado" por la muerte, a quien describió como un "luchador" en el terreno artístico y político.

Tras publicar en 1957 su primera obra, La habitación , Pinter inició una carrera en la que escribió 29 piezas teatrales, más de 20 guiones de cine (entre ellos para el realizador estadounidense Joseph Losey), infinidad de trabajos radiofónicos y televisivos, poesía, ensayos, una novela y relatos cortos de ficción.

Algunos títulos inolvidables de Pinter, perteneciente a la generación de los llamados Jóvenes Airados británicos de los años sesenta, son La Fiesta de Cumpleaños (1957), The Caretaker (El guardián , 1959) o Retorno al hogar (1964).

Su peculiar estilo, lleno de silencios en dramas marcados por un lenguaje ambiguo y cómico, pero que genera un ambiente de amenaza y alienación, se acuñó como "pinteresco", adjetivo admitido por el Diccionario de Inglés de la Universidad de Oxford.

GALARDONES El escritor ganó numerosos galardones, como la Legión de Honor de Francia, pero destacó el Premio Nobel de Literatura en 2005. "Estoy muy conmovido. Es algo que no esperaba para nada en ningún momento", comentó un Pinter ya frágil de salud a la puerta de su casa en Londres, tras conocer que le habían concedido el Nobel. La Academia Sueca reconoció al autor por sus "obras, en las que descubre el precipicio que hay detrás de los balbuceos cotidianos y que irrumpe en los espacios cerrados de la opresión".

Por recomendación médica, Pinter no asistió a la ceremonia de entrega del prestigioso premio en Estocolmo, pero grabó su discurso de aceptación, en el que, como venía haciendo en los últimos años, dedicó sus críticas políticas más afiladas a la guerra de Irak, en la que el Reino Unido fue fiel seguidor de EEUU.

"La invasión de Irak fue un acto de bandidos, un acto de flagrante terrorismo de Estado que demostró un desprecio absoluto del concepto de normativa internacional", espetó Pinter, visiblemente débil y postrado en una silla de ruedas.

Sin pelos en la lengua y más rebelde que nunca, el dramaturgo aprovechó el Nobel para pedir el procesamiento del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y el exprimer ministro británico Tony Blair por crímenes de guerra. Abrazó otras causas como el desarme nuclear, la defensa de Cuba frente al embargo estadounidense y el rechazo del bombardeo de la OTAN en Serbia en 1999.