Hablemos un momento de la Biblia, puesto que ha visto la luz la tercera parte de Las crónicas de Narnia, La travesía del viajero del alba , que continúa con la combinación de alegoría cristiana y fantasía escapista --transcurre en una tierra mágica en la que niños ordinarios pueden convertirse en reyes y reinas-- tan importante en la serie de libros que el escritor inglés C.S. Lewis escribió hace más de medio siglo.

En esta entrega, sin duda la más tolkienesca, los jóvenes héroes --comprometidos con el bien pero también tentados por el mal-- viajan por mar en busca de espadas mágicas y malvadas nieblas verdes.

EL MESIANICO LEON ASLAN Como de costumbre, el mesiánico león Aslan tiene una aparición estelar al final del relato para recordarnos que, en realidad, es una entidad omnisciente que en el mundo real conocemos con otro nombre.

Esta tercera entrega acaba de consolidar el imaginario (poco original pero coherente y bello) desplegado en los dos capítulos anteriores y, como aquellos, destaca por el cuidado puesto en el dibujo de los personajes y su apuesta por una aventura más física que digital.

Evidentemente, hay en esta película toda suerte de efectos, pero más que generar el espectáculo y la acción, los pulen y les dan fuerza.

Dirigida por el artesanal Michael Apted (las otras dos las firmó Andrew Adamson), Las crónicas.... es una propuesta con empaque y momentos brillantes de la que sólo se puede cuestionar un ritmo irregular y cierto exceso verbal.

Los interludios explicativos sobran en una película que crece cuando la aventura despega.