Los tres lugares fundamentales de la vida del escritor extremeño Angel Campos Pámpano, muerto de un cáncer el pasado martes en Badajoz, acogerán sus cenizas. Hasta Lisboa, su último hogar, San Vicente de Alcántara, el lugar donde nació en 1957, y La Codosera, donde poseía una casa de campo, llegarán sus restos, que ayer despidieron multitudinariamente amigos, compañeros, paisanos y gentes que le trataron en algún momento de sus vidas.

El sepelio se celebró a las doce de la mañana en la iglesia de San Vicente Mártir, de San Vicente de Alcántara, en una mañana muy fría y luminosa. "Cuando llegamos sonaban a muerto las campanas de la iglesia. Costaba pensar que fueran por él. Parecía algo ajeno, extraño", cuenta Fernando León, periodista de este diario y amigo de Campos.

El párroco accedió a que la misa fuera conducida por José Carlos Fernández Otero, sacerdote, profesor del Instituto Español Giner de los Ríos en Lisboa, y amigo del autor de La semilla en la nieve . Traía, dijo, un mensaje de solidaridad y condolencia de la comunidad educativa del centro, y recordó que las clases se habían tenido que retrasar el día que se recibió la noticia de la muerte del profesor extremeño, ante el impacto que produjo.

"Angel fue un hombre de profundas raíces, que ha querido volver a sus raíces", dijo Fernández Otero en su homilía. En una intervención emotiva, manifestó que el escritor fue "uno de los hijos más preclaros de San Vicente y una de las personas más coherentes que he conocido".

Fernández Otero elogió la obra poética de Angel Campos y su sensibilidad, y señaló que fue alguien que "supo amar a todo el mundo".

Destacó su faceta pedagógica y subrayó el respeto y el cariño de los alumnos y profesores que le conocieron a lo largo de su vida. "Sus versos estarán en el corazón de los hombres durante mucho tiempo, porque ahí está su obra, su buen hacer y su bonhomía. Desde la poesía hizo que este mundo fuera un poco mejor".

Una numerosa representación de la cultura extremeña, de la política, del mundo educativo acudió a despedir al escritor y traductor de poesía portuguesa, y uno de los grandes activistas culturales que ha tenido Extremadura en las últimas décadas. Pero sobre todo fueron amigos y conocidos de San Vicente de Alcántara y de otros lugares con los que Campos compartió su tiempo, los que le acompañaron a él y a las dos hijas del poeta, a su actual compañera, a su exmujer, y a su hermano con su mujer y sus hijos.

En una lista inevitablemente limitada, puede incluirse al director de la Editora Regional de Extremadura, Luis Sáez; al exconsejero de Cultura Francisco Muñoz; al médico Agustín Muñoz Sanz, que permaneció junto a Campos hasta el último momento; Justo Vila, director de la Biblioteca de Extremadura; políticos como Pedro Escobar, Valentín García, Julián Carretero, Luciano Fernández, Ignacio Sánchez Amor o Angel Calle, alcalde de Mérida; escritores como Santiago Castelo; José Antonio Zambrano, Gonzalo Hidalgo Bayal, Manuel Vicente González, Alvaro Valverde o Elías Moro; al director del MEIAC, Antonio Franco; al profesor de la Uex Miguel Angel Lama; a la profesora Isabel Pérez; al crítico literario Manuel Pecellín y a los artistas Javier Fernández Molina y Luis Costillo.

Tras el sepelio, los restos de Angel Campos fueron conducidos al crematorio de Badajoz para su incineración. De allí partirán a los tres lugares que se convertirán en memoria del poeta.