En ningún otro autor la acción y la escritura están tan indisolublemente unidos como en el caso de Jorge Semprún (Madrid, 1923). Su internamiento en el campo de concentración de Buchenwald a los 19 años y una existencia aventurera como agente clandestino del PCE durante casi una década en el Madrid franquista han sido el caldo de cultivo argumental y moral de una literatura a la que llegó con naturalidad cuando en 1964 fue expulsado del partido.

Mal lo tenía a priori la periodista alemana Franziska Augstein, que en Lealtad y traición (Tusquets) aborda una tarea difícil, una biografía autorizada del autor que necesariamente circula por los mismos caminos que los libros siempre autobiográficos de Semprún. De hecho, se concibió como unas entrevistas con el autor hasta que él descartó el proyecto aburrido de los resultados. De ahí que en esta biografía, que usa ampliamente esas conversaciones, lo más sustancioso no sean los hechos, ya conocidos, como su interpretación.

Así, frente a la acusación frecuente de que la literatura del autor es hostil a las mujeres, Augstein establece que la pérdida prematura de la madre (Semprún tenía 8 años cuando esta murió) y "la presencia desagradable de la nueva señora Semprún" (la biógrafa evoca a la madrastra con tintes tremebundos sin precisarlos), entre otras, fueron desencadenantes de su imagen estereotipada de la mujer.

Comunista antinazi

Trasladado a La Haya y más tarde a París junto a sus seis hermanos en los primeros años de la guerra civil española, Semprún vivió la mítica de la Resistencia antinazi con pasión juvenil. Militante comunista, ante la tortura que le infligió la Gestapo y ante la que no cedió, tuvo un papel esencial su curiosidad. "Uno desea saber hasta dónde era capaz de aguantar", confiesa el octogenario rememorando al adolescente que no se dejó doblegar.

Poco tiene que ofrecer la biografía ante El largo viaje o La escritura y la vida , los libros del propio Semprún que tratan de su internamiento en Buchenwald, pero la biógrafa sabe entresacar algunos datos significativos: el misterio que todavía encierra una experiencia que paradójicamente se ha filtrado en sus libros y en no pocas conferencias, y en el hecho de que el fracaso del matrimonio con su primera esposa, la actriz Loleh Bellon, se ejemplifique en el detalle de que ella jamás le preguntara por la experiencia del campo. "Ese matrimonio tuvo algo de castración", admite el intelectual en el libro.

No escamotea Augstein al comunista dogmático que, significamente, no leyó Archipiélago Gulav cuando se publicó en 1974. "Me costó mucho comprender en su justa medida lo que habían hecho Stalin y los demás", dice a modo de autocrítica. Sin embargo, años más tarde se convertía en uno de los escasos autores que han escrito a la vez de los campos de concentración y de los campos de trabajo soviéticos.

Dos casos marcaron su retirada del partido comunista francés. Primero, el informe redactado presumiblemente por Semprún --sobre el que la biógrafa no se muestra concluyente-- que acusaba de desviacionismo a Marguerite Duras, su marido Robert Antelme y su amante Dionys Mascolo. La segunda marcha, esta vez del PCE, quedó plenamente ilustrada en su famosa Autobiografía de Federico Sánchez . Antes de eso, Semprún fue capaz de componer una imagen digna de figurar en una película de espionaje (de hecho, fue película, La guerra ha terminado, a las órdenes de Alain Resnais y con su amigo Yves Montand como asumido álter ego). Durante nueve años se paseó por el claustrofóbico Madrid franquista con total impunidad e incluso con altanería. Elena Tuñón, hija del historiador Tuñón de Lara, le define como "capaz de acudir a una cita clandestina en un Jaguar".

La biografía proyecta la admiración que la autora siente por su personaje, pero no excluye sus sombras. Y para muestra, esta impagable definición: "Sobre los extraños causa una impresión tremendamente seductora. Muchas personas que le conocen de cerca lo adoran pero creen que tiene una opinión tremendamente elevada de sí mismo ... Su relación con los demás es narcisista, sin exhibir una vanidad llamativa. ... Es autártico desde el punto de vista emocional. Se ha encerrado en su mundo interior ... Necesita un orden".