Ana María Matute sigue conservando la increíble imaginación que tenía de niña, ésa que desarrolló leyendo y escribiendo cuentos y ésa que le permitía crear historias cuando la castigaban en el cuarto oscuro de su casa. Tenía once años cuando estalló la Guerra Civil, pero ella no cree que todo aquel sufrimiento le robara la infancia. "Todo lo que me pasó de niña, los problemas que tuve, enriquecieron mi vida, me propiciaron venturas sin número", dice. Aún conserva "la inocencia" que tuvo de niña, "que no es ingenuidad", matiza. Pertenece a esos escritores que creen que la literatura "ayuda a comprender el mundo", y con esa intención escribe.