Estos nervios no les son ajenos. Ya han experimentado una tensión similar en anteriores ocasiones, pero es imposible deshacerse de ese extraño gusanillo que, según reconocen, recorre el cuerpo antes de que el balón empiece a rodar. Lo descubrieron cuando tenían 10, 14 o 16 años, cuando el Cacereño o cualquier otro club se fijó en ellos y les invitó a realizar las pruebas de acceso a sus categorías inferiores.

Una treintena de futbolistas del filial y del juvenil verde buscan, entre ayer y hoy, una oportunidad en la primera plantilla del Cacereño. El nuevo entrenador, Bernardo Plaza, ha organizado dos partidos entre los jóvenes canteranos con el objeto de hacer una selección de futbolistas que se integren en la primera plantilla. Los elegidos realizarán la pretemporada con el el conjunto de Tercera, aunque sólo tienen 180 minutos para que sus cualidades encandilen a Plaza.

A prueba

Las diferencias entre canteranos y futbolistas a prueba , cinco en el día de ayer, eran palpables en el calentamiento: aquellos corrían y hablaban distendidamente mientras éstos se ponían al frente del grupo para dejar constancia de su presencia, un tanto aislados, muy concentrados en ofrecer una buena imagen, tener bien colocado el pelo y dar muestras de su elegante trotar.

Algunos jugadores del Cacereño ya han disputado minutos en Segunda B y la mayoría jugaron el año pasado en el equipo de Tercera. Pero también los interinos guardan en su curriculum algún galón: Espinosa y Moisés proceden del Real Madrid; Sergio ha pasado por el Moraleja y el Coria; Raúl Gordillo llega del Imperio y el guardameta Juan, del Valdivia.

En dos días la situación deportiva y personal de estos jóvenes puede sufrir un notable cambio. Futbolistas del filial como Fran Mancha (1983, Mérida), que llegó el pasado año procedente del Moralo bajo la excusa de los estudios universitarios, admite que entrar en los planes de Plaza puede suponer "un salto considerable".

Aunque también existe cautela, casi todos hablan de "ilusión, trabajo y constancia".