Las madres nunca engañan y cuando hablan de un hijo dicen la verdad. Lance Armstrong escribió un libro sensacional para relatar su lucha victoriosa contra el cáncer y lo convirtió en uno de los textos de deportes más leídos en todo el mundo, Mi vuelta a la vida. Si en 1996 derrotó a la enfermedad con un libro que entusiasmó a Francisca Velasco, madre de Alberto Contador, 13 años más tarde decidió regresar a la vida que más le gusta, entusiasma y que necesita casi para respirar: el Tour de Francia. Aunque lo hizo para enojar a la madre del jersey amarillo: "Armstrong era un ídolo para mí, leí su libro y mi hijo lo admiraba. Pero ese ídolo se ha roto. En cuanto a Johan Bruyneel, que tenga mucha suerte, pero Alberto no necesita personas como él a su lado".

Armstrong vino al Tour y lo hizo rehuyendo de cualquier papel secundario. Con 38 años, después de haber estado otros tres retirado de la alta competición aunque cuidándose al máximo, corriendo maratones como el de Nueva York y carreras en mountain bike con buenísimos resultados, es admirable que el corredor tejano haya acabado en tercera posición. Lejos de los retornos fallidos de otras estrellas del deporte, su regreso ha sido sonado y su tercera posición en París está lejos de considerarse como un fracaso, sino más bien todo lo contrario. Solo lo han derrotado dos corredores que son 12 y 14 años más jóvenes que él y que llevan el futuro del ciclismo mundial en sus piernas. Rozó el jersey amarillo en Montpellier y anduvo varias etapas situado en la segunda plaza de la general. Por estas razones volverá el año que viene, porque está convencido de que el hito del octavo Tour no es utopía.

CLAVICULA ROTA Hay que recordar que en marzo Armstrong se fracturó la clavícula en la primera etapa de la Vuelta a Castilla y León, en Palencia. Los médicos le recomendaron que no compitiera hasta finales de junio. Pero él no solo no hizo caso a los especialistas, sino que se apuntó al Giro, convaleciente de su lesión, para acabarlo en una aceptable 12 plaza. Al Tour llegó mejor y ha terminado con la sensación de estar más fresco que en la apertura de Mónaco.

Armstrong ha sido muy listo, porque ha corrido, al igual que Contador, dos carreras. Una ha sido la propia del Tour, por las carreteras francesas, y la otra ha estado en el hotel, donde le tomó ventaja al jersey amarillo. Armstrong no solo no renunció a la victoria en París, sino que manejó de forma muy inteligente los hilos para conseguirla. Y por eso, con Bruyneel a su lado, apoyándolo en todo momento, organizó una guerra psicológica contra Contador, porque sabía que la única manera de vencerlo era consumiéndole los nervios poco a poco.