Aseguran que el cacereño Jorge Ramos en lo que es realmente bueno es dominando una moto, un arte que aprendió desde muy pequeño auspiciado por su padre. No es que haya crecido mucho desde entonces (solo tiene diez años), y no deja de ser un niño, pero se asoma cada vez con más fuerza a la élite nacional del motocross. Una promesa, sí, pero con el fundamento de los resultados. La temporada que acaba de concluir la ha sellado con un cuarto puesto en la clasificación general del Campeonato de España en su cilindrada de 65cc, reservada para los chicos de 8 a 12 años.

Pero Jorge lo vive todo con naturalidad. Tanta que, como cualquier compañero suyo de clase (estudia, también con buenas notas, 5º de Primaria en el Licenciados Reunidos), también está loco por el fútbol. Juega como delantero en uno de los equipos del Diocesano y disfruta tanto metiendo goles como dándole gas a fondo a su KTM por los circuitos nacionales y europeos.

Progresión

"Me gustan mucho las dos cosas. Más las motos, seguramente", cuenta, con desenfado, encogiéndose de hombros, como si hubiese estado ya en mil entrevistas. Sabe que, por ahora, no tiene que elegir. Sí reconoce que entre el barro y la gasolina le está yendo muy bien y es lo que le está permitiendo vivir experiencias impropias para un chaval de su edad. Debe ser enorme subir al podio en unas carreras en las que participan aproximadamente quince pilotos nacionales, como consiguió en el circuito de As Neves, en Pontevedra.

El esfuerzo de sus padres --ambos funcionarios, que nadie piense que se trata de un capricho de millonarios-- y un puñado de ayudas recolectadas aquí y allá han permitido que también haya acudido a varias pruebas del Campeonato de Europa en Eslovenia, Italia, Francia e Inglaterra, donde consiguió su mejor posición, un decimocuarto lugar. La familia le arropó viajando en autocaravana y, como es fácil de imaginar, su hermana, Lucía, es su mayor fan.

"Ha sido impresionante estar ahí, es verdad. Es algo muy bonito", comenta Jorge, que corrió defendiendo una escudería catalana, VDB, aunque se haya criado a nivel competitivo en el circuito de Las Arenas, en Malpartida de Cáceres. Se lo conoce palmo a palmo y sueña con el día en el que pueda correr una prueba del Campeonato de España ahí.

Pero eso lo esconde el futuro con sus misterios insondables. Lo mismo acaba de delantero. La próxima temporada le esperan grandes retos: será el último en 65cc y su evolución indica que estará luchando por la victoria en el campeonato.