Algunos estudios señalan que alrededor del 65% de las eliminatorias en las que la ida ha terminado 0-0 las acaba ganando el equipo que juega la vuelta en casa. En esa tesitura está hoy el Cacereño a partir de las 18.00 horas ante el Churra: el empate sin goles de hace una semana en Murcia le da cierta ventaja, pero no debe sellar su pase marcando al menos un gol y cuidando muy bien de su propia portería. El escenario cambiaría en caso de encajar. Evitar el chasco que supondría una prematura eliminación preocupa en un vestuario que ha vivido ya muchas turbulencias esta temporada.

El planteamiento de Ximo Mas se intuye menos conservador que en la ida, cuando se priorizó no encajar para así poder sentenciar en el Príncipe Felipe, con el apoyo de una afición que se ha ido desperezando a medida que se acercaba el partido de hoy. Se espera la mejor entrada de la temporada en el Príncipe Felipe, aunque la hinchada todavía tiene que coger más temperatura.

Quemar la primera de las tres etapas para regresar a Segunda B para ir recuperando a jugadores importantes que están con problemas físicos se ve factible. Elías Molina ya está para jugar, pero probablemente sea reservado y esperaría como opción en el banquillo, lo mismo que Santi Polo. Descarte seguro es Carlao, por lo que Alberto Delgado y Juanjo Polo se mantendrían como pareja de centrales. Respecto a la cita de Churra sí podría haber una variación con la entrada de Fran Viñuela para ensanchar el campo en ataque, una opción que se rechazó la semana pasada debido a las exiguas dimensiones del terreno de juego murciano.

La vocación del Cacereño es ser protagonista y copar la posesión a la espera de que su aparente superioridad acabe rentando en el marcador. Sobre el animoso Churra, lo lógico es que salga a hacer ‘su partido’ y que juegue con el paso de los minutos y el posible nerviosismo local si el viento no se le pone a favor. En todo caso, serán 90 minutos (como mínimo) en los que absolutamente todo está por escribir.