Cáceres vuelve a tener baloncesto profesional masculino. Es una cuestión lingüística decir si la LEB Plata es élite o no: lo importante para la afición local es que se cierra la herida que se abrió hace dos años, cuando se vendió la plaza en la segunda categoría al Calpe.

El regreso se produce ahora bajo el mismo método --el vendedor fue Lliria-- y fruto de una conjunción de factores interesante: la voluntad política se unió al apoyo empresarial para impulsar la fusión entre los dos principales clubs cacereños y de paso promocionar la candidatura a la Capitalidad Cultural Europea en el 2016. El Cáceres Ciudad de Baloncesto y el San Antonio llegaron a un pacto que permite iniciar un nuevo proyecto bajo el techo del Multiusos.

NOMBRES PROPIOS Todo empieza de cero, pero la ambición es una de las banderas del Cáceres 2016: no bastará con resucitar. Hay que estar arriba para que el público cacereño, algo escéptico tras los problemas que arrastró el histórico club en sus últimos años de vida, vuelva a engancharse.

Juventud y extremeñidad son dos de las señas de identidad del equipo, formado a toda prisa por Manuel Hurtado --que desde su puesto de director general es el hombre de las decisiones en el club-- y Fede Pozuelo, un técnico que conoce bien Extremadura tras su paso por Badajoz y que es un habitual en los play-offs de la antigua LEB-2. Vuelven a Cáceres Juan Sanguino, José María Panadero y Félix Ortiz, a los que se han unido cuatro jugadores latinoamericanos: Ricardo Busciglio, Luis Felipe Gruber y los carismáticos Sidao Santana y Kelvin ´El Pollito´ Peña. También transmite honestidad el norteamericano David Patten.

El cóctel pretende ser de largo recorrido. La misión no es sencilla: lo más difícil será olvidar el pasado... sin dejar de inspirarse en lo que una vez ocurrió.